Este artículo, escrito por Alberto Sebastián, fue publicado en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil Peonza, en su número doble 106-107 de octubre de 2013. Agradecemos al colectivo Peonza permitimos publicarlo en la web.

 

¿Escuchar cuentos constituye un camino hacia el interés por los libros? ¿La narración oral de cuentos puede ser una herramienta útil de Animación a la lectura? Nos referimos a los cuentos contados, no a la lectura compartida ni a los libros de imágenes. Hablamos de contar y escuchar sin el recurso del libro, de la escucha atenta de una historia que sale de la boca de un narrador que hace uso de su voz, su mirada y su gesto como transmisores de la historia. ¿Puede ser una actividad válida más allá de los primeros años, cuando la lectura se convierte en el principal medio de obtener conocimiento y placer?

Según Alberto Manguel: “El lector ideal ha de aprender a escuchar”.

Es evidente que durante la Educación Infantil la herramienta fundamental a partir de la cual trabajamos con historias es la voz. Es la primera vía de acceso a la palabra y a través de ella a las primeras historias. De un modo natural los adultos ponemos en contacto a los niños con otros mundos creados por la imaginación del hombre mediante nuestra voz. Con el tiempo los pequeños no tardan en relacionar las historias que escuchan con ese objeto que se encuentra en el aula, en la biblioteca y en casa; el libro. Antes de aprender a leer saben que las letras que pueblan las páginas esconden esos cuentos que les gusta escuchar. Juegan a leer antes de saber descifrar las palabras. La palabra dicha constituye el primer contacto con la literatura. Eso es un hecho difícilmente discutible. La cuestión es si con posterioridad a los primeros años siguen siendo necesarios los cuentos para acercar a los niños a la literatura escrita, si los cuentos son una buena vía para aprender a amar los libros. 

Me pide la gente de AEDA que os cuente en un artículo breve cómo veo yo las semejanzas y diferencias entre contar cuentos y hacer monólogos. Nada menos, así,sin casco, sin permiso de obras, sin un plan de riesgos laborales, sin contrato ni . Seguramente me lo pide porque tengo cierta experiencia en estas dos actividades, que sí que tienen cierta relación. Lo primero que os voy a contar es la mía con ambas.

Llevo contando cuentos algo más de veinte años, la mitad de mi vida (echad cuentas). Sin formación específica salvo un taller de un fin de semana que hice en el noventa y tres con Numancia Rojas, a la que debo el empujón inicial de meterme en esto de los cuentos. Durante estos años he contado cuentos casi exclusivamente en La Rioja, centenares de sesiones para niños, jóvenes, adultos, ancianos, o para todos a la vez. Cuentos solos o acompañados y entremezclados con la música de Elena, Nacho, Iván y David. Casi siempre hago sesiones variadas aunque normalmente fundamentadas en cuentos tradicionales, que son los que prefiero... aunque no han faltado en mi boca Benedetti, Mrozek, Torga, García Márquez, Piumini o Quim Monzó (a éste no le digáis nada eh). Los cuentos tradicionales son sin duda los protagonistas en mi repertorio y en mi querer. Disfruto mucho contando cuentos de tradición oral y aunque no son exclusivos en mi gusto, sí que son para mí la esencia del cuento.

portugués - castellano

Miedos hay muchos y de estos muchos, mucho de lo que hablar.

Hace muchos años que estudio psicoanálisis y ejerzo como psicoterapeuta. Hace algunos años que cuento cuentos. Estos dos oficios tienen, a mi entender, muchos puntos de contacto. Antes de nada, ambos son oficios de relación que implican un contacto directo y, en cierto sentido, íntimo entre dos o más personas. Y entre el yo y el otro, un campo, un espacio de significaciones posibles donde lo inconsciente juega un papel tan o más importante que el que se comparte de forma consciente. 

Esta relación tiene como mediador privilegiado, aunque no único, el habla. El habla repleta de afectos de uno y la escucha atenta del otro, en situación presencial, permite la creación de este campo de posibilidades (1) donde los inconscientes se encuentran y lo que se le dice al otro es reinterpretado y dotado de significación conjunta, en el aquí y ahora del encuentro.

Así, cuando un narrador cuenta una historia a un oyente, lo que tiene lugar es un encuentro entre habla y escucha de cosas que, en ambos, moviliza afectos (2). Empezando por los niños. Cuando pensamos en miedo asociado a los cuentos, con frecuencia pensamos en historias de terror, tantas y tantas veces solicitadas. Pero los críos, cuando piden historias de terror, no están realmente esperando aterrorizarse. Están solicitando la vivencia acompañada del miedo.

¿Y por qué los niños piden tanto estos cuentos? ¿Qué sucede cuando los contamos?

Por lo que tengo hablado con muchos colegas, esta peripecia personal que aquí relato, se repite de un tiempo a esta parte con mucha frecuencia.

Con variaciones, matices o agregados varios, muchos de los que ejercemos el hermoso oficio de las palabras ambulantes, al llegar a una Biblioteca, Centro Social o Teatro, nos encontramos con un amable anfitrión que con una amplia sonrisa nos pregunta: "¿Eres tu la chica que viene hacer un cuentacuentos?".

Esta pregunta se puede enriquecer con otras, en plan: "¿Tienes que disfrazarte?, ¿No traes nada?, ¿Las maletas y algo más? -si es sesión en Biblioteca-, ¿Vas a maquillar a los niños ten cuidado con...?"

Al principio explicaba con parsimonia que sí, que yo era la narradora que haría la sesión de cuentos, la función, la que contaría durante una hora una serie de historias, etc. Pero cada día que pasa me inclino más por seguir otros caminos a la hora de responder.

Alguien puede pensar que me lo tomo muy a pecho, pero si te encuentras con un teatro de Centro Social de pueblo, donde un señor llena de sillas y micros el escenario bajo la batuta de una señora que cuando te ve se presenta como la Concejal de Cultura (atentos que esto no es un dato menor) y que cuando tú le dices que eres la persona que hará el espectáculo y que no necesitas todo eso, la señora te contesta: "¿Pero... y lo de los cuentos no es cómo un monólogo? "

gallego

“La más antigua y poderosa emoción de la humanidad es el miedo,
y la clase más antigua y poderosa del miedo es el temor a lo desconocido”.
H. P. Lovecraft : “El horror sobrenatural en literatura”

“La soledad y el miedo agrandan las sensaciones
Y hacen ver cosas que no hay ni hubo nunca”

Ánxel Fole: “Os contos da néboa”

Literatura de terror y oralidad
Puestos a hablar sobre la literatura de miedo o de terror habría que comenzar por tener en cuenta que la primera relación que existe entre la literatura y las historias de miedo se da en ese punto en el que ambas cosas, literatura y miedo, se relacionan con la oralidad. En realidad, como ocurre con cualquier tema literario, antes de la plasmación escrita de una historia con la intención de producir miedo en el lector, es posible rastrear la larga huella que dejó cuando alguien contaba lo que le sucedió una noche en un camino. Esta narración se hacía sin más intención que la de compartir la experiencia con los que escuchaban, como forma de ahuyentar su miedo, más que como deseo de provocarlo en los oyentes.

Estas historias orales sostenían su valor narrativo en la veracidad (antes que en la verosimilitud),  aunque ésta estuviese avalada tan solo por la autoridad del narrador, que hacía creíbles los hechos narrados. En estos casos se volvían  materia literaria al sustentarse en sus elementos fundamentales: lenguaje y narración.

Un país de cuento es un documental patrocinado por el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, dirigido por Alexandra Ena y con la participación especial de Suzy Platiel.

Suzanne (Suzy) Platiel es una etnolingüista francesa que en 1967, descubre a los Sanan, un grupo étnico de Burkina Faso, que en esos años no sabe escribir. Para los Sanan, la educación se realiza través de la narración de historias. Pero la educación es integral, conlleva aprender a soñar, a concentrarse, a escuchar y luego, gradualmente, a contar. Las historias se utilizan para transmitir los valores del grupo, los códigos de conducta pero también para resolver los conflictos.

Los cuentos, dentro de los Sanan, solo suceden durante la temporada seca (diciembre a mayo). Los integrantes de la tribu, sentados en círculos, suelen comenzar las sesiones con adivinanzas imposibles. Ante la sucesión de respuestas equívocas, surge como respuesta acertada, un cuento. Y allí se empiezan a hilar las historias. Mientras los niños son pequeños, solo escuchan, pero poco a poco, sus madres, durante la temporada de lluvias, les enseñan palabras nuevas, hasta que finalmente, alrededor de los seis años, el niño pasa a contar.

La narración oral ha sido vista a lo largo de la historia como un arte menor, a pesar de ser un oficio milenario que asume un compromiso estético y requiere de tiempo para su preparación, esto ha generado que el aprendizaje en este campo no se haya asumido como un proceso educativo concreto. De hecho las artes en general han pasado por dificultades para formalizar sus métodos formativos. Pero si la música, el teatro, la literatura, la pintura, la escultura, entre otras, han conseguido ganarse su estatus como carreras completas con programas educativos tan válidos como los de las ciencias, por qué no habría la cuentería de hacer lo propio. Es importante que se atienda a la narración desde lo académico, desde la formación de narradores orales con miras a la profesionalización del oficio. En la ciudad de Medellín llevamos doce años trabajando en este sentido con la escuela de cuentería y oralidad de Medellín.

La escuela de cuentería y oralidad de Medellín fue creada por la Corporación Cultural VIVAPALABRA, en el año 2001, con la intención de establecer un programa de formación integral y permanente que permitiera a los interesados conocer de primera mano información teórica y práctica sobre el oficio de la cuentería. 

La escuela de cuentería y oralidad de Medellín es la única entidad en Latinoamérica en la búsqueda de un currículum de carácter académico para la Cuentería dándole una categoría de arte con fundamentación académica. Está abierta para público general, es decir, cualquier persona puede acceder al proceso de formación. Sin embargo, se espera que después del primer año los participantes se cuestionen respecto a asumir la cuentería como algo más que un pasatiempo, teniendo en cuenta sus posibilidades e intereses personales, en busca de que se desempeñen de forma idónea en el campo de la cuentería y la oralidad como actividad artística, lúdica y cultural.

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