Contar cuentos y animación a la lectura
¿Escuchar cuentos constituye un camino hacia el interés por los libros? ¿La narración oral de cuentos puede ser una herramienta útil de Animación a la lectura? Nos referimos a los cuentos contados, no a la lectura compartida ni a los libros de imágenes. Hablamos de contar y escuchar sin el recurso del libro, de la escucha atenta de una historia que sale de la boca de un narrador que hace uso de su voz, su mirada y su gesto como transmisores de la historia. ¿Puede ser una actividad válida más allá de los primeros años, cuando la lectura se convierte en el principal medio de obtener conocimiento y placer?
Según Alberto Manguel: “El lector ideal ha de aprender a escuchar”.
Es evidente que durante la Educación Infantil la herramienta fundamental a partir de la cual trabajamos con historias es la voz. Es la primera vía de acceso a la palabra y a través de ella a las primeras historias. De un modo natural los adultos ponemos en contacto a los niños con otros mundos creados por la imaginación del hombre mediante nuestra voz. Con el tiempo los pequeños no tardan en relacionar las historias que escuchan con ese objeto que se encuentra en el aula, en la biblioteca y en casa; el libro. Antes de aprender a leer saben que las letras que pueblan las páginas esconden esos cuentos que les gusta escuchar. Juegan a leer antes de saber descifrar las palabras. La palabra dicha constituye el primer contacto con la literatura. Eso es un hecho difícilmente discutible. La cuestión es si con posterioridad a los primeros años siguen siendo necesarios los cuentos para acercar a los niños a la literatura escrita, si los cuentos son una buena vía para aprender a amar los libros.