Pep Bruno entrevista a Jorge Riobóo*. Octubre 2013.
En la década de los 80 se vivió un momento de gran efervescencia cultural y creativa, con el nacimiento de movimientos de renovación pedagógica, seminarios, jornadas… ¿cómo lo viviste a nivel personal y profesional?
Con enorme curiosidad y bastante interés por descubrir una literatura distinta que me llegaba por medio del gesto y la voz de autores desconocidos. La memoria nos traía el eco de otros cuentos diferentes escuchados en la infancia, en una voz familiar y casi siempre a la hora de dormir.
Es cierto que aquellos años fueron un buen momento para la narración. Los cuentacuentos nos regalaban el oído en cafés y bares de copas; en una escuela de verano, en bastantes bibliotecas, en encuentros o jornadas sobre literatura infantil, y en mil espacios diferentes. Como periodista intenté trasmitir la experiencia por medio de noticias, crónicas y reportajes en prensa y televisión. Desde la información trataba de invitar a la gente a disfrutar, como lo había hecho yo, de la palabra escuchada.
En esos años, precisamente, aparecieron los primeros cuentistas profesionales: ¿cómo tuviste noticia de la narración oral?, ¿recuerdas cuándo fue la primera vez que viste contar cuentos a uno de estos nuevos narradores?, ¿qué sentiste?
Supongo que algún amigo de la tribu me avisaría y allá fui. A escuchar y emocionarme con los cuentos. Quiero recordar que a [café] El despertar y a la sala Cuarta Pared. Por esos lugares de tarde noche anidaban Mercedes Carrión y sus “cuantocuenteros”, Magdalena Labarga, Cébel y Marissa en el Grupo Palique. También pisé por aquellos años –y algunos más tarde– otros establacimientos con solera como La Travesía, La Taberna, Libertad 8, Café La Palma, Otoño Pub, El Madroño o La Flauta Mágica. Marina Sanfilippo, Concha Real, Anselmo, el grupo Griott, el grupo Jamacuco, Maísa Marbán, Alicia Merino, Guadalupe Urbina, Carolina Rueda, Alekos... son solo algunos de los nombres que recuerdo ahora, a bote pronto.
Y había escuchado también contar o hablar del cuento contado –en escuelas, centros culturales, bibliotecas o Encuentros– a Montse del Amo, Federico Martín Nebrás, Ana Pelegrín, Garzón Céspedes, Pep Durán, Mercè Escardó, Numancia Rojas, Paco Abril, Estrella Ortiz, Enrique Páez, Ana García Castellano... Muchos de ellos ya eran amigos del entorno de la literatura infantil; con otros la amistad se fraguó enseguida.
¿Por qué contar este resurgir de la narración oral?
Supongo que era un deber profesional hacerlo en los medios a mi alcance entonces: sobre todo en los diferentes espacios culturales de TVE, donde trabajaba en aquellos años. Además de una satisfacción personal, claro…
En la década de los 90 hubo una gran ebullición “contadora” en ciudades como Madrid y en espacios como bibliotecas, colegios, centros culturales, teatros, pubs o parques como El Retiro. ¿De qué forma viviste tú ese movimiento?
En los años 80 no se daba mucha información sobre la narración oral en los medios. Prensa, radio y televisión se limitaban, generalmente, a reseñar alguna contada de forma breve. Pero a partir de los 90 la historia fue cambiando. Al multiplicarse las actividades, surgir nuevos narradores y abrirse nuevos espacios donde contar, los medios aceptaron la realidad y los cuentacuentos tomaron presencia en las páginas de periódicos y revistas, en las ondas y en las pantallas de televisión. En Madrid –mi territorio personal y profesional– asistí a numerosas contadas e incluso presencié algún intento de crear una asociación de narradores, con una reunión de muchos de ellos en Casa de Vacas –que no cuajó– y muchas actividades más.
El 9 de febrero de 1995, la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil organizó un Encuentro sobre Literatura Oral, que tú coordinaste. ¿Qué objetivo perseguíais desde el seno de OEPLI y del IBBY España?, ¿qué recuerdas de aquel acto?
Muchas cosas. Especialmente que fue un éxito de asistencia, que nos costó mucho esfuerzo organizarlo y que sirvió para estrechar lazos entre la literatura escrita y la oral. Tuvimos presentaciones, ponencias, debate y ocho contadas “ilustradas”: mientras el narrador contaba su cuento un ilustrador iba componiendo su dibujo sobre el tema. Se establecieron duetos estupendos, a saber: Montserrat del Amo y Tesa González; Ana Pelegrín y María Jesús Leza; Antonio Rodríguez Almodóvar y Rocío Martínez; Estrella Ortiz y Alicia Cañas; Ana García-Castellano y Javier Zabala; Boni Ofogo y Arcadio Lobato; Enrique Tapia y Emilio Urberuaga; y Josefa Guijo y Teo Puebla. Como verás un cartel de lujo. Y la especial colaboración del presidente de Amigos, Arturo González, del catedrático y especialista en LIJ, Jaime García Padrino, de Blanca Calvo, Mercedes Carrión y Rocío Martínez quién ilustró el librito conmemorativo que publicó después la Asociación [cuyo contenido más relevante podéis leer aquí].
Más tarde, en 1996, se celebraron en Bilbao las I Jornadas de Cuentacuentos, claras precursoras de lo que más adelante serían los Encuentros Estatales de Narradores. Las Jornadas fueron dirigidas por Alfonso Saiz Valdivielso, de Ediciones Laga y coordinadas por Ana García-Castellano y por ti: ¿qué supusieron para vosotros ?
De nuevo una paliza para ponerlas en marcha y una gran satisfacción porque funcionaron muy bien. Fueron tres días completos (24, 25 y 26 de mayo) en los que se contó en diversos lugares de la ciudad: en la biblioteca Municipal de San Ignacio y en la de Basauri; en la Sala-Pub Bluesville; en la Pérgola del Parque de Doña Casilda; en el Hospital de Basurto (para los niños allí ingresados) y en la Casa de la Misericordia (para la gente mayor); y en la sede de las jornadas, el Hotel Ercilla, un lujo casi asiático. En él se contaron muchos cuentos, se hicieron debates y se presentaron ponencias y comunicaciones a cargo de los narradores asistentes. Acudieron una veintena larga, llegados de diferentes puntos de España que convivieron felices. Vinieron: Antonio Rodríguez Almodóvar, Estrella Ortiz, Charo Pita, Magda Labarga, Marissa Amado, Pep Durán, Ana García-Castellano, Paco Abril, Marisa Fresno, Blanca Calvo, Diego Gutiérrez del Valle, Paula Carballeira, Vicent Cortés, Sara Martínez Moll, Cocha Real, Oswaldo, Mercedes Carrión, Antton Irusta, Pello Añorga, Virginia Imáz, Pepe Pérez, Mercé Escardó... y no recuerdo si también Numancia Rojas, Pêpe Perles, Maísa Marbán y Juan Pedro Romera.
De las Jornadas también recuerdo a las autoras del cartel y el logo: Asun Balzola y Patricia Garrido; a varios ilustradores del País Vasco que dibujaron los cuentos en el Parque; a un narrador que –rizando el rizo– se atrevió a contar hasta en el ascensor del hotel, o las contadas especiales en el Castillo de Butrón –tipo Walt Disney, pero sin hadas ni príncipes–. Hay mil anécdotas de aquellas Jornadas que se quedan en la memoria y que serían indicadas para el cuento de nunca acabar… Como por esos años uno grababa todo lo que se le ponía a tiro del oído, mi archivo de papel, sonido e imagen, guarda una docena de cintas-cassette con la etiqueta de: "Bilbao, 1996 . I Primeras Jornadas Internacionales de Cuentacuentos" que fueron las primeras y, lamentablemente, las últimas.
Muchas gracias por tu tiempo, Jorge.
Gracias a vosotros.
*Jorge Riobóo es ferrolano, nacido en el lejano 1939. Y periodista de papel: Revista SP, Vida Escolar, El País, Diario 16, La Razón, revistas DELIBROS y Lazarillo, con colaboraciones diversa en otras publicaciones. De 1969 hasta su jubilación en 2002 ha trabajado en Televisión Española, principalmente en programas informativos, juveniles y culturales como redactor, guionista, reportero, coordinador o director en espacios como Informativo Juvenil, Nosotros, Robinson, La Historieta, Apaga y vámonos, La isla del tesoro, El lector, La mandrágora o La aventura del saber, entre otros muchos. Le interesan especialmente la literatura infantil y/o juvenil, el teatro para niños y jóvenes, la historieta o cómic y el mundo de la narración oral. Cubriendo informativamente estos temas ha participado en Jornadas, Encuentros, Festivales, Congresos, Seminarios, Semanas o Maratones en diferentes lugares de España. En 2011 obtuvo el Premio Nacional de Teatro de ASSITEJ/España concedido por su labor informativa de muchos años en torno al Teatro para niños.
Su papel en la joven historia de la narración oral en España es relevante, tanto en la difusión de la buena nueva del resurgir de este oficio (de manera continuada desde principios de los 90 hasta hoy) como en la organización de eventos que fueron significativos para la consolidación de la misma a mediados de esa década. Grabadora en mano, este escuchador de cuentos –como a veces se define– ha seguido, a lo largo de muchos años, la huella de numerosos narradores.