Tras publicar, hace ahora ocho años, la antología de cuentos folklóricos aragoneses De la chaminera al tejao..., consideré seriamente poner un punto final a mis investigaciones sobre el cuento folklórico, para las que, por desgracia, ya no encuentro ni el tiempo ni las fuerzas necesarias por culpa de un trabajo, el de profesor de enseñanza secundaria, que, aunque amo y ejerzo con vocación, resulta cada día más duro, ingrato y exigente. Sin embargo, me resulta difícil, por no decir imposible, abandonar totalmente esta otra vocación, mi pasión por el Folklore, a la que he dedicado buena parte de mi vida. Quizá por ello, y gracias a la perspectiva que dan los años, me planteo en estos días hacer un balance de mis investigaciones. Y para empezar con este, me pregunto: ¿qué es lo que me llevó a esto que acabo de definir como una pasión?

Sin la menor duda, mi abuela materna, Rosa López Vielba, que llenó mi infancia de canciones, romances y cuentos, sembró en mí su semilla. Sin la menor duda también, Juan Manuel Cacho Blecua, quien fuera mi profesor de Literatura Medieval cuando estudiaba Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza, tuvo también buena parte de responsabilidad en ello al haberme proporcionado la formación necesaria para iniciarme en el estudio del Folklore (nunca podré agradecérselo suficientemente pues entonces, como en gran medida hoy en día, el Folklore, como disciplina, no tenía cabida en nuestro mundo académico). Pero, si lo pienso bien, hay una persona, cuyas palabras debieron de trazar una especial singladura en mis neuronas, que supuso un revulsivo en mi trayectoria como estudiante de Filología y me llevó a consagrar mis estudios y mi vida al Folklore. 

Esa persona se llamaba Macaria Iriarte. Había nacido en 1902 en Santa Cruz de Campezo (Álava). Allí vivió durante 90 años y allí la conocí cuando en 1990 realizaba mi primera recopilación de narrativa folklórica, que, precisamente, me encargó, como trabajo de investigación para su asignatura, Juan Manuel Cacho Blecua.

Macaria tenía todas las características de lo que Joaquín Díaz denominó, en su obra La memoria permanente, como "el especialista". Su formación, básica, era la que, con suerte, podía alcanzar una mujer de un pequeño pueblo a principios del siglo XX; pero su ansia de conocimiento y su pasión por leer todo lo que caía en sus manos (y por contar todos los relatos que atesoraba) la hacían en cierto modo una sabia. Siempre estuvo presente en todo acontecimiento cultural de su pueblo pues nadie como ella conocía, guardaba y mantenía vivas sus tradiciones.

Macaria. Foto artículo Carlos González
Macaria Iriarte

Macaria me contó, en fin, un buen número de cuentos y leyendas, a cuál más interesante, que sigo atesorando en mi memoria y que acabaron dando lugar a un hermoso librito, publicado por la Diputación Foral de Álava, que se convirtió en justo y merecido homenaje a su narradora, que falleció solo dos años después de haberla conocido. Pero por encima de todos, uno de esos cuentos, el que ella titulaba "Juan Palomo", me atrapó de tal manera que me atrevería a decir que ha sido el verdadero "culpable" de que haya acabado por dedicar mi vida al estudio del cuento folklórico.

Ese cuento, una versión extraordinariamente bien contada del conocido como cuento de "Los tres consejos" (que los folkloristas clasificamos como tipo 910B The Observance of the Master's Precepts, según el sistema de Aarne-Thompson-Uther) me cautivó, no obstante, por un motivo insignificante, pero enormemente revelador. Me explico.

Como es sabido, en este cuento-tipo el protagonista logra salvar su vida y alcanza un final exitoso al aplicar tres consejos que ha "comprado" a su amo o su jefe. El segundo de ellos, en la versión que me contó Macaria, era "En lo que nada te importa, la lengua muy corta". Armado con este buen precepto, el protagonista hace noche en una casa donde es acogido hospitalariamente por un hombre, que, aparentemente, vive solo. Sin embargo, durante la noche, Juan Palomo ve lo que parece ser un espectro y que, sin embargo, resulta ser, a la postre, la mujer de su anfitrión, a la que este ha castigado por chismosa, encerrándola en un sótano del que solo sale por la noche. Puesto que el protagonista del cuento, aplicando el consejo de su jefe, se despide de su anfitrión sin hacer pregunta alguna, este levanta el castigo a la mujer (se lo había impuesto hasta que pasase por allí alguien que no fuera curioso) y perdona la vida a Juan (en otras versiones del cuento, el dueño de la casa muestra entonces al protagonista los cadáveres de quienes le precedieron y cayeron en la tentación de preguntar, intrigados, por la visión nocturna de esa mujer "espectral").

Me he detenido en este episodio del cuento de "Los tres consejos" porque, como puede observarse, representa simbólicamente una especie de viaje al otro mundo (Aurelio M. Espinosa lo denominó por ello "la casa de la muerte" en el estudio que le dedica en sus Cuentos populares de España). Y es que el motivo que me dejó fascinado (y que no he encontrado en otras versiones de este cuento-tipo) es el hecho de que, extrañamente, esta "casa de la muerte" se encontraba al otro lado de una acequia, sin que hubiera ningún puente o paso para cruzarla. Así lo contaba Macaria Iriarte:

[...] Conque dice que iba andando, andando, andando y que llegó a un sitio donde había una casa, como un caserío, en la misma ca..., al lau de la carretera, que había que sortear una acequia; y que él que se le pensó:

—Qué bien me vendría si este hombre me dejaría pasar la noche aquí, porque ya voy cansau y tal y cual...

Conque, ¡zas!, saltó la acequia y le dice: [...].

Teniendo en cuenta la interpretación de este episodio como un viaje al otro mundo o una bajada a los infiernos (uno de los temas más característicos del cuento folklórico), resulta perfectamente coherente que el protagonista deba salvar un curso de agua para llegar hasta la casa. La acequia del relato contado por Macaria sería así un trasunto del Leteo, del río de los infiernos. Es más, la tensión que existe en este episodio entre el protagonista, que no debe ser curioso y no ha de preguntar por lo que vea en la casa, y la mujer del dueño, castigada por ser una chismosa hasta que alguien que pase por allí se despida sin interesarse por su visión, confirma plenamente esta interpretación y refuerza la identificación de la acequia con el río del olvido.

Sin embargo, la interpretación simbólica de la acequia como un trasunto del Leteo en modo alguno podría ser concebida por una persona como Macaria. Además, si aceptamos que los cuentos son recordados gracias a su estructura funcional, como propuso Propp en su Morfología del cuento, resulta sorprendente que Macaria recordase este motivo de la acequia, que no vuelve a jugar papel alguno en el relato y que, por tanto, resulta perfectamente prescindible.

De inmediato, en mi mente de joven estudiante de Filología Hispánica surgieron dos preguntas que me han perseguido desde entonces y a las que nunca he logrado dar una respuesta plenamente satisfactoria: ¿por qué Macaria sentía la necesidad de contar que el protagonista de su cuento tenía que sortear una acequia para llegar a la casa donde hace noche?, y ¿cómo es posible que un motivo no funcional como este haya perdurado hasta nuestros días en esta versión del cuento de "Los tres consejos"?

Por supuesto que Las raíces históricas del cuento de Vladímir Propp (de quien me confieso devoto) ofrecen una posible explicación a la segunda de estas preguntas. Igualmente, la necesidad que sienten los narradores de cuentos folklóricos de contarlos tal cual se los contaron a ellos, junto a la que, en paralelo, sienten sus oyentes infantiles por oírlos una y otra vez sin la más mínima variación (algo que he podido comprobar por experiencia en mis trabajos de campo) podrían dar una respuesta a esa segunda pregunta.

Sin embargo, como decía antes, sigo sin acabar de comprender cómo es posible que un detalle tan anecdótico (al tiempo que esencial desde el punto de vista de la interpretación del cuento) pudiera resultar significativo e imprescindible para Macaria, una magnífica narradora, que recreaba sus relatos y que introducía en ellos agudas explicaciones, muchas veces con fina ironía, que demuestran que reflexionaba sobre su valor y su sentido.

Pero quizá sea mejor así. Quizá fueron estas preguntas, y no las respuestas que he perseguido desde entonces, las que realmente me han llevado a dedicar mi vida al estudio del cuento folklórico. Quizá los cuentos sean como un hilo que hilvana unas generaciones con otras. Quizá la única respuesta, como apuntaba Walter Benjamin en su artículo "El narrador", sea que quienes oímos un cuento no podemos dejar luego de sentirnos responsables de contarlo a otras personas.

Quizá, en fin, si retomásemos los lugares y los momentos en los que quienes nos precedieron se reunían para contar todo aquello que fuera "bueno para contar"*, retomaríamos también y al mismo tiempo un poco de nuestras vidas y un poco del sentido que hemos perdido en este mundo saturado de información, pero huérfano de sabiduría.

 

Carlos González Sanz
IES Baltasar Gracián (Graus, Huesca)
Instituto Aragonés de Antropologí

 

Bibliografía básica de Carlos González Sanz

Libros y discos:

1993. Cuentos populares de Kanpezu. Recogidos de boca de Macaria Iriarte (Recopilación, prólogo y estudio de Carlos González Sanz). Vitoria: Diputación Foral de Álava.

1996. Despallerofant. Recopilació i estudi de relats de tradició oral recollits a la comarca del Baix Cinca. Barcelona / Fraga: Institut d’Estudis del Baix Cinca – Ajuntament de Fraga.

1996. Catálogo tipológico de cuentos folklóricos aragoneses. Zaragoza: Instituto Aragonés de Antropología.

1998. (Junto con Javier Lacasta Maza y José Ángel Gracia Pardo). La sombra del olvido. Tradición oral en el Pie de Sierra Meridional de Guara (libro + CD). Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses.

2002. (Junto con Mari Paz Ara Gil, José Ángel Gracia Pardo, Antonio Javier Lacasta Maza e Itziar Martínez de Apellániz Anzuola). Eba una vez… El cuento folklórico en el Viejo Aragón (CD). Madrid: Tecnosaga, Ayuntamiento de Sabiñánigo, Archivo Pirenaico de Patrimonio Oral.

2004. El cuento folklórico en Aragón. Cuentos de animales (CD-ROM). Zaragoza: Archivo Pirenaico de Patrimonio Oral y CODA OUT.

2010. De la chaminera al tejao… Antología de cuentos folklóricos aragoneses. Cabanillas del Campo (Guadalajara): Palabras del Candil.

Artículos:

1994-1995. “Relatos de tradición oral. Ensayo de una clasificación genérica”. En Tropelías. Revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, nº 5-6, 1994-95, pp. 107-128.

1996. “Los cuentos maravillosos y el narrador especialista. Algunos ejemplos de cuentos folklóricos recogidos de boca de Encarnación García”. En ROLDE. Revista de Cultura Aragonesa, año vigésimo, nº 76, abril-junio 1996, pp. 25-35.

1998. “Revisión del Catálogo tipológico de cuentos folklóricos aragoneses: correcciones y ampliación”. En Temas de Antropología Aragonesa (Revista anual del Instituto Aragonés de Antropología), nº 8, 1998, pp. 7 – 60.

1999. “Littérature orale”; “Moros [Les maures]”: “Saint-Martin [Samartin ou Samartintxiki]”: “Saint-Michel [Samiel ou San Miguel]”; “Silvàn”; “Sugaar [Maju]” y “Tartalo [Torto]”. En Le dictionnaire des Pyrénées. Encyclopédie illustrée France – Espagne (Ed. André Lévy). Toulouse: Privat.

2000. “La Sota Tuna. Los naipes como procedimiento de creación literaria y representación del caos”. En Temas de Antropología aragonesa (Revista anual del Instituto Aragonés de Antropología), nº 9, 2000, pp. 15-38.

2005. “Contes de sorcières? Propositions de nouveaux types et sous-types de contes populaires sur la base de versions recueillies en Aragon”. En Cahiers de Littérature Orale, nº 57-58, 2005, pp. 163-177.

2006. “La investigación folklórica: premisas y consideraciones de carácter ético en relación con el trabajo de campo”. En Rafael Beltrán y Marta Haro (Eds.), El cuento folklórico en la literatura y en la tradición oral. Valencia: Universitat de València, 2006, pp. 207-215.

2006. “El cuento folklórico: escuela de narradores”. En V.V.A.A. Batec a Batec. Miscel.lània de treballs oferts en honor de Josep Galan i Castany. Calaceit: Institut d’Estudis del Baix Cinca – Associació Cultural del Matarranya, 2006, pp. 147-158.

2008. “¿Adónde vas, medio pollé? El cuento folklórico como escuela de la literatura”. En Tantágora, nº7, otoño de 2008.

2012. “˝Contar las viejas˝. Apuntes acerca de la libertad sexual de la mujer a través de algunas costumbres y relatos folklóricos del área pirenaica y el norte de la península ibérica”. En Camiño Noia (Ed.). 2012. Imaxes de muller. Representación da feminidade em mitos, contos e lendas. Vigo: Universidade de Vigo, pp. 149-184.

2012. “Cuentos y otros relatos folklóricos”. En Carolina Ibor Monesma, Músicas y palabras en Valdejalón. Zaragoza: Asociación Cultural L’Albada, cap. 11.

2013. “Las formas breves de la narrativa folklórica en la comarca de Valdejalón (Zaragoza)”. En Estudis de Literatura Oral Popular = Studies in Oral Folk Literature, Núm. 2, 2013, nº 2, 2013, pp. 97-113

2015. “Los cuentos novela en Aragón y La Rioja (España)”. En Estudis de Literatura Oral Popular = Studies in Oral Folk Literature, nº 4, 2015, pp. 49-61

2017. “Fuentes para el estudio del cuento folklórico en Aragón”. En Boletín de Literatura Oral, nº extra 1, pp. 343-366.

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NOTAS
*Tomo la expresión de la obra de Josep Antoni Chauvell Bo per a contar (Barcelona : Sírius, 1988).

 

Este artículo pertenece al Boletín n.º 64 de AEDA – Recolectores de tradición oral en Aragón