HUMOR PÍCARO DE VIRGINIA IMAZ

El decimotercer festival de narradores orales de El Espinar concluye hoy con la actuación de Pablo Albo en San Rafael.

Elisa Yagüe - El Espinar (24-8-2013)

 

El pasado jueves, en el Centro Cultural de San Rafael, comenzó el XIII Festival de Narradores Orales de la mano de una seductora y divertida Virginia Imaz, quien fue atrapando, relato a relato, a un público ávido de historias.
La noche fue de tontos, porque estos fueron los protagonistas de las historias elegidas para la ocasión; tontos que al final se revelan como auténticos sabios o iluminados, tontos existentes en todas las tradiciones culturales, desde la vasca a la mediterránea, pasando por la polaca. En esta elección de material puede que tenga mucho que ver que Imaz, además de narradora es payasa, lo que también se percibe en cada movimiento de su cuerpo y en el la variedad de registros de su voz.
La narradora se crece con el placer de sus “escuchadores”, se agranda al ver las sonrisas y el brillo de las miradas; al mismo tiempo sus personajes se van haciendo más tangibles y más presentes, enganchando cada vez más a un público que disfrutó entusiasmado del regalo de un pícaro cuento tibetano nada fácil de contar, y que en las manos de Virgina Imaz se convirtió en un divertimento fascinante gracias al clímax de complicidad conseguido con los asistentes.
Imaz ofrece su personal explicación o interpretación de la historia, pero este último apunte queda sepultado por la fuerza de sus cuentos y leyendas, ya que el fuerte de esta telúrica mujer está sin duda en el uso que hace de la jocosidad y la picardía, en ese “decir sin querer decir” que tiene el alargamiento de una sílaba al tiempo que se frunce el ceño, se achican los ojos y se mueve lentamente la cabeza.

 

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