Juan José Prat Ferrer

La narración ha sido, desde los albores de la humanidad una de las principales formas de transmitir información; al contar un relato, narrador y escuchante participan en la construcción de un mundo cuya visión afecta a muchos aspectos de la concepción del mundo. Podemos distinguir tres tipos de narración oral: la tradicional o folclórica, la social y la contemporánea o escénica. Veamos una sucinta descripción de cada una de estas modalidades.

Las características de la narración tradicional han sido estudiadas por la folclorística en sus diversas escuelas, en especial bajo dos orientaciones: las que se ocupan de estudiar el relato (géneros, origen, tipología, estilo y estructura) y las que se centran en el estudio de la dinámica y función de los acontecimientos culturales; su característica principal es que la narración oral se encuentra motivada por las reglas y patrones que impone la cultura tradicional del grupo en que se forma y responde a sus necesidades socioculturales e ideales artísticos. La narrativa social se produce entre individuos; en ella, el emisor debe ganarse la atención de sus escuchantes, ya que sucede de forma más o menos espontánea en un entorno de igualdad, en cualquier situación en que se reúnen varias personas para socializar. Este tipo de narración está siendo objeto de estudio de sociólogos y psicólogos y también ha llamado la atención del mundo de la empresa. El fenómeno cultural de la narración oral tiene una nueva modalidad que denominamos narración oral contemporánea, en cuyas características participan en diversos grados lo folclórico, la cultura popular y la literatura. En la narración performativa o escénica, el narrador tiene asegurada la atención de su público; el entorno se configura para garantizar esta atención haciendo que el lugar que ocupa el narrador sea el centro de atención de sus escuchantes.

Es un fenómeno contemporáneo que, por lo general, no procede directamente de la narración tradicional o folclórica, pero que sin embargo, intenta conectar con esta milenaria tradición sin perder sus características de arte escénico contemporáneo. Por otra parte, si bien catalogamos como narración oral muchos tipos de situaciones en que un narrador cuenta de viva voz un relato a sus escuchantes, debemos considerar que la oralidad pura no existe en la narración oral contemporánea; la escritura suele formar parte del proceso creativo que lleva a este acontecimiento, ya sea por las fuentes del material narrado, o por la forma en que el narrador prepara el relato, creándolo o recreándolo. Hoy día, si exceptuamos la mayoría de los chistes y algunas leyendas urbanas, muy pocos relatos se pueden considerar de transmisión oral pura. Esta modalidad no es objeto de estudio de ninguna disciplina en particular, pues su complejidad requiere un estudio que combine la antropología, la filología, la dramaturgia, la estética, sin despreciar las aportaciones que se pueden hacer desde la psicología o la sociología.

 

Así pues, propongo para efectuar un análisis de la narración oral, en especial, la escénica o contemporánea, un estudio desde diversas perspectivas complementarias, no necesariamente en este orden: 1) la sesión o contada en su totalidad como acontecimiento cultural, 2) el estudio de cada relato, 3) las relaciones de cada relato con los que lo preceden y suceden y con la totalidad y los efectos que se producen, 4) un análisis performativo de los actos narrativos centrado en la relación entre narrador y escuchantes. Este acercamiento combina el estudio holístico, comprensivo o integrador con un análisis más centrado en sus componentes individuales; por otra parte, el análisis textual o discursivo se combina con el estudio de las interrelaciones socioculturales de sus participantes. Creo que un estudio hecho con estas pautas nos puede arrojar mucha luz sobre la narración oral como fenómeno cultural y sobre cada una de las sesiones o contadas.

En cuanto al análisis de la sesión, la idea es un acercamiento a la cuestión de su función social como acto colectivo o como experiencia social, este acercamiento nos debe permitir realizar un estudio de la conexión que existe entre situación y comportamiento social, de las relaciones de tiempo y espacio, y de la dinámica del proceso y su resultado, concebido como la construcción más o menos ritualizada de un significado compartido, ya que se trata de un acontecimiento comunicativo. La situación espacial, el número y la estructura de sus componentes, el momento y el orden temporal elegido, o las relaciones humanas que se suscitan son quizá los componentes clave que nos permitirán entender el significado cultural, temático o emocional que se construye en cada sesión.

Sin duda, el estudio individual de cada relato es el acercamiento más clásico; este se puede realizar siguiendo los parámetros de los grandes maestros de la folclorística; resultarán de gran interés para la estructura los estudios de Propp y sus continuadores; para el estilo, los de Max Lüthi; para la tipología del relato y los motivos utilizados, los estudios de la escuela finlandesa. Aunque todos estos estudios se centran en el cuento, los patrones y recursos que ofrecen se pueden utilizar para otros géneros. También se puede echar mano de los recursos que ofrece la crítica textual y los estudios literarios, teniendo siempre en cuenta que nos movemos en un ámbito de la oralidad; para ello los estudios que parten de Walter J.Ong resultan de sumo interés. Pero también es interesante ver la relación de cada relato con el repertorio propio del narrador: cuestiones como antigüedad, intermitencia, préstamos y contaminaciones, desarrollo y vida del relato dentro del repertorio, en especial lo que afecta a las variantes (adaptaciones, transformaciones, reducciones, amplificaciones, sustituciones) que en el propio relato se van incorporando.

Los diversos relatos deben ser analizados como partes interrelacionadas de un todo, que es la sesión narrativa o contada. Quedarse en el estudio aislado de un componente, por muy dominante o determinante que parezca, siempre resultará en un estudio parcial y por tanto incompleto; los elementos subordinados, coordinados o yuxtapuestos siempre aportan significado a la totalidad, significado que influye sobre los elementos que, a primera vista, parecen principales. El grado de intertextualidad que se produce entre los relatos de una contada no es de despreciar. Debemos, pues, fijarnos en las interdependencias de las diversas partes que conforman el todo; el resultado es la suma de todas ellas. 

El análisis de las relaciones entre narrador y escuchantes nos lleva al estudio del comportamiento individual y colectivo. Las características individuales de cada narrador son de gran importancia. La codificación y descodificación de los mensajes se producen por medio de diferentes códigos, lingüísticos, paralingüísticos kinésicos y proxémicos, en un proceso de retroalimentación más o menos intenso, de acuerdo al tipo de relación que se produce entre emisor y escuchantes. El comportamiento del público es en este aspecto, de suma importancia, pues sus reacciones y respuestas, como individuos y como representantes de los demás escuchantes conforman de modo significativo el resultado de una sesión narrativa. La identidad que asume el público y el comportamiento que emana de esta identidad debe ponerse en relación con el narrador. Las relaciones entre narrador y público previas a la sesión también deben ser tomadas en consideración.

La propuesta refleja la idea de que una sesión es un acontecimiento cultural complejo. Si bien el análisis crítico siempre requiere una subdivisión de los componentes para su estudio, este no puede quedarse aquí, el acercamiento holístico debe ser el objetivo final, un acercamiento que trate cada sesión como una unidad.


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