Cantabria es una comunidad pequeña. Las distancias no son muchas. Las relaciones, los contactos, las sinergias... son más fáciles que en otras más extensas. Hace seis años, las personas que de una manera u otra,  nos dedicamos aquí a esto de contar cuentos, pensamos que una buena manera de celebrar nuestro día, el 20 de marzo, era hacerlo con las encargadas de los lugares donde hacemos nuestro trabajo para todo el mundo; las bibliotecarias.

Cartel 20M cantabria  

Mujeres que cuentan es un texto escrito por Marina Sanfilippo como prólogo para el libro Mujeres de palabra: género y narración oral en voz femenina, publicado por UNED en 2017 y que recoge diferentes aportaciones acerca de la literatura oral y sus narradoras bajo una perspectiva de género. Este libro fue coordinado por Marina Sanfilippo, Helena Guzmán y Ana Isabel Zamorano Rueda a partir de las ponencias e intervenciones que tuvieron lugar en las I Jornadas Internacionales: “Tomo la palabra: Mujeres, voz y narración oral”, en 2014. La importancia de estas jornadas radicó en la visibilización de un tema relativamente desconocido o poco tratado en el ámbito de la narración oral y en las múltiples perspectivas que se aportaron desde diversas disciplinas.

Agradecemos a Marina su labor en este ámbito y celebramos sus palabras. Esperamos que disfrutéis de la lectura de un fragmento de este prólogo con motivo del día 8 de marzo y que os animéis a leer otros textos del libro o a visionar las ponencias de las Jornadas.

 

MUJERES QUE CUENTAN

 

Es verdad que el derecho a tomar públicamente la palabra es históricamente un privilegio masculino, pero a primera vista el hecho de contar de viva voz parece un territorio en el que las mujeres juegan un papel protagonista, es más, quizá porque la narración oral es un arte o un tipo de comunicación efímeros y carentes de legitimación cultural, las mujeres pueden llegar a ser sus auténticas depositarias.

La narración oral y la narración audiovisual son dos formas muy diferentes de contar historias y hay una película que lo explica maravillosamente: Big Fish, una de las obras maestras de Tim Burton, uno de mis directores favoritos y un icono del cine contemporáneo.

No es necesario decir que el cine es una de las artes que mejor puede contar historias, pero la narración oral también, las transmite de una manera más íntima y más directa. Y no puedo omitir, siendo actor, claro, al teatro, como el otro arte más adecuado para contar historias que consigan un cambio en las personas que las escuchan y las disfrutan.

Cuando terminé de ver Big Fish, supe que era la película que más claro me había dejado cuáles son los objetivos, las razones y las consecuencias de contar historias.

Desde la creación del cine y la televisión todos sabemos que la narración oral y la producción audiovisual van cogidas de la mano.

Una gran mayoría de esas series o películas que tanto nos gustan son adaptaciones de cuentos, leyendas, historias, mitos o novelas. Gracias al desarrollo de equipos audiovisuales realmente capacitados, de su imaginación y su visión de estas, nos las plasman en la gran pantalla.

Hoy vamos a hablar de una de las películas que mejor refleja el uso de recursos de la narración oral dentro de la narración audiovisual, Big Fish, una de las obras maestras del que, a mi opinión personal, es uno de los mejores directores de nuestros tiempos: Tim Burton.

Cuando vi por primera vez Big Fish sentí que el padre era un cuentacuentos en toda regla. Y tras verla tres veces más pude reafirmarme en esta idea. Es un hombre mágico, hipnótico, con capacidad de palabra y un don para hacer dudar al receptor de qué es realidad y ficción en todo aquello que cuenta: alguien que narra trocitos de su vida, en principio, vistiéndolos de aventura y vistiéndose a sí mismo como un héroe, adornando o rehaciendo su verdad para hacerla más atractiva a quien la escucha.

Ya lo decía el personaje del hijo al inicio del film: “A la hora de contar la historia de la vida de mi padre es imposible separar los hechos de la ficción, el hombre del mito" pero me parece aún más reveladora su reflexión final, extrapolable a todo ser humano: “Un hombre cuenta sus historias tantas veces que se convierte en ellas. Estas le sobreviven y, de esa manera, se convierte en inmortal”.

Muchas veces hemos oído la frase “todo depende del cristal con el que se mire”, si tenemos diferentes personas viviendo un mismo acontecimiento pero mirándolo desde diferentes cristales y analizándolos desde diferentes referentes de vida, tendremos diferentes realidades de un mismo suceso. Entonces cabría plantearse la siguiente pregunta:

¿El resultado está más cerca de la realidad o de la imaginación de cada uno?

Los hechos son los que son, pero la interpretación de los mismos nos pertenece individualmente, y si a esta interpretación le añadimos unas gotas de imaginación, lo más probable es que mucha gente no nos entienda, y si esto ocurre a menudo, seguramente esa gente nos verá como bichos raros, diferentes y entrará en juego la emoción del miedo que les provocará la percepción de peligro.

“Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias, ellas siguen viviendo cuando él ya no está, y de este modo, el hombre se hace inmortal”

Esta frase se encuentra en el guion de la película Big Fish de 2003 dirigida por Tim Burton, y escrito por uno de sus colaboradores habituales John August, que adaptó la novela de Daniel Wallace (Big Fish: Una novela de proporciones míticas).

El elemento principal de la historia es el intento de reconciliación de un padre viejo y enfermo, hacia su hijo. El padre narra desde su punto de vista momentos de su vida, mezclando la realidad con una supuesta ficción. El hijo piensa que su padre solo cuenta fantasías exageradas, por lo que se siente molesto con él. Aunque el padre realiza la función de cuentacuentos desde el concepto tradicional de la narrativa.

Según el autor Daniel Wallace, “La búsqueda del padre es ser un gran pez en un gran estanque, y la búsqueda del hijo es ver a través de sus cuentos fantásticos”.

Más artículos...