Narradores frente a la crisis
PREÁMBULO
Contrariamente a lo que se nos venía diciendo, 2011 no fue el año en el que la crisis iniciaba su retirada, sino más bien el año en el que la crisis empezó a mostrarse en toda su crudeza, dando con ello idea de que los tiempos duros estaban ahora, en verdad, comenzando, y que los próximos años iban a ser complicados y difíciles.
Nuestro oficio se adentra en este tiempo de incertidumbres con, al menos, dos aspectos que acentúan su fragilidad.
Por un lado la profesión de contar cuentos está en pleno proceso de consolidación tras el resurgimiento que comenzó en los años ochenta del pasado siglo y que ha ido afianzándose en los últimos veinte años. Treinta años no son muchos para que un oficio termine por consolidarse y los cimientos que nos sustentan son todavía frágiles como lo demuestra la facilidad con la que han desaparecido programaciones estables de gran solera, públicos que gustaban de la palabra dicha y espacios para contar.
Por otro lado en estos treinta años el oficio ha ido creciendo al calor de las administraciones e instituciones públicas siendo estas quienes mayor número de sesiones y actividades demandaban. Y como sucede que lo público, y especialmente las administraciones, es lo que más recortes está padeciendo y más dificultades tiene para pagar, esta dependencia de lo público nos lastra al mismo tiempo que nos quita el suelo bajo los pies: desaparecen contrataciones habituales y se demoran pagos de sesiones realizadas muchos meses atrás.