Mi hijo duerme con Maléfica
Mi hijo Pablo de cuatro años duerme con Maléfica. La de antes, la de toda la vida, la del cuervo y la cara verde. Duerme, literalmente, con ella, en diferentes formatos. Me explico: Tiene un póster pegadito a la cabecera de su cama, una figurita de las de plástico duro que suele acabar serigrafiada en su mejilla al día siguiente y el cuento de La Bella Durmiente abierto por la página donde aparece “la señora Maléfica” como suele llamarla. Y así se duerme…
A veces, cuando realizo animaciones a la lectura con grupos escolares, les digo a los niños que si se duermen con un libro abierto entre las manos, los personajes de ese libro pueden saltar a sus sueños. Muchos responden y comentan entusiasmados que ya les ha pasado y otros me miran con cara de incrédulos y preguntan si pasa de verdad. Prueba, les digo yo.
Con mi hijo pequeño todavía no sé si pasa de verdad porque tampoco habla mucho de sus sueños. Sé que duerme a pierna suelta y que jamás se ha despertado asustado por este personaje tan siniestro y oscuro. Al contrario, lo busca cada noche como quien busca su osito de peluche. Cuando le pregunto por qué le gusta tanto me responde que porque es “la más mala entre las malas”.