Ana Griott y Pep Bruno realizaron una misma entrevista* a José Manuel Pedrosa** y Antonio Rodríguez Almodóvar para el boletín n.º13 de noviembre de 2013 de AEDA. ¿Quieres comparar respuestas? Aquí tienes las de A. R. Almodóvar.

 

¿Sería posible un ser humano sin palabra? ¿Y sin historias?

Lo que distingue al ser humano del resto de las especies animales es precisamente la capacidad para articular un lenguaje complejo, y la competencia simbólica para convertir ese lenguaje en narración no solo comunicativa, sino también literaria. La creación de la palabra suele ser el primer acto de las mitologías de creación de muchos pueblos.

¿Para qué sirve la tradición oral? ¿Y qué puede aportarnos hoy en día al conjunto de la sociedad?

La tradición oral fue la madre de todas las demás tradiciones literarias, y sigue siendo su hermana mayor. Madre porque de ella nacieron las demás, hermana mayor porque sigue viva e influyente en todas. El que siga viva y operativa todavía hoy, y el que sea valorada y reivindicada (relativamente), permite que la sociedad siga reconociéndose en una de sus raíces más viejas y esenciales.

Mercedes Carrión lleva ya muchos años transitando por tierras de cuento, pero es que además, se trata del único caso que conocemos de una narradora fija en plantilla de un ayuntamiento, sin duda, un ejemplo a seguir. Por eso le pedimos a Charo Pita que le hiciera una entrevista y nos diera a conocer esta situación con más detalle.

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Mercedes Carrión, de origen peruano, es una de las narradoras con más solera dentro del panorama oral. Ha recibido el premio Chamán (1995) a la narración oral escénica, junto con el Colectivo CuantoCuento al que pertenece y la mención de honor en el concurso de álbum ilustrado del Cabildo de Gran Canaria (2010) por el libro Nana a las Niñas de mis Ojos, del que es autora, pero además de por su buen oficio, se caracteriza por ser la única cuentera que, hasta el momento, ha sido contratada como empleada pública laboral por un ayuntamiento en calidad de narradora y como tal ha desarrollado una labor social y cuentística intensa. De esta manera, integrando la narración como parte importante de su oferta cultural y educativa, el ayuntamiento de Coslada se ha adelantado a su tiempo y a otros muchos equipos municipales a los que en este aspecto todavía les queda mucho por andar.

Mercedes Carrión comenzó en el teatro por casualidad. Estaba estudiando Historia en la Universidad Católica del Perú cuando unos amigos le animaron a presentarse a los exámenes de acceso que ofrecía la Escuela de Teatro Universitario. Ingresó  le gustó tanto la experiencia teatral que, mientras cursaba el último año de carrera, decidió hacer del escenario su vida, y el teatro y los cuentos, que siempre saben elegir, decidieron quedarse con ella. 

 

La narradora tinerfeña Laura Escuela realizó, por encargo nuestro, esta entrevista a la cuentista y escritora Montserrat del Amouna de las pioneras de la narración oral en España. La entrevista  se celebró dentro de las jornadas presenciales del VI Máster del CEPLI, el 10 de julio de 2012 en la misma aula que le sirve de homenaje.

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Montserrat, aunque te conocemos principalmente como escritora, has sido un referente importante en la historia de la narración oral española y en la implantación de la hora del cuento en las bibliotecas. ¿Cómo llegas hasta la narración oral? 

Llego por obligación. Dicen que el escritor nace escritor. Yo desde muy pequeña decía: “Voy a ser escritora”. Mis hermanos mayores y mis padres me contestaban: “Pero qué dices, ¡eso es muy difícil!” “No me importa. Voy a ser escritora”, contestaba. Nací escritora. Narradora no. Llegué a la narración porque me lo pidieron. Me vino impuesta por dos bibliotecarias que fueron las dos primeras mujeres que aprobaron la oposición a bibliotecas: María África Ibarra e Isabel Niño, que hicieron en los años cincuenta algunas de las primeras grandes exposiciones en la Biblioteca Nacional de Madrid con mucho escándalo debido a la censura. En aquel momento los niños no se sentían cómodos en las bibliotecas. Llegaban y veían aquellas grandes escaleras, aquellos pasillos, todo lleno de madera y barniz… pero ellas comenzaron a trabajar con niños, les abrieron las puertas. Entonces me llamaron e insistieron para que fuera a contar cuentos. Así que en los cincuenta empiezo a contar. Alterno las dos actividades: escritura y narración. En temporadas han pedido más sesiones de cuentos, otras menos. En mi vida escribir es constante, en cualquier situación… lo de contar es más circunstancial y depende de que me llamen o no.