En México la desigualdad económica afecta a todos los sectores laborales, incluido el sector artístico y cultural, que siempre ha tenido que cargar con la creencia popular de que hacer arte por amor al arte y vivir del aplauso o en otras palabras, disfrutar del placer de crear propuestas artísticas que gusten al público, es la única retribución válida por su trabajo.

¿Por qué muchos empleadores aún no valoran a este tipo de trabajadores y la opinión pública aún considera mayoritariamente que vivir del arte no es una carrera de verdad?

Por décadas, los artistas que quieren vivir del arte han desarrollado su trabajo desde una economía informal, sin prestaciones de ley como seguro social, crédito hipotecario, pensión o fondo de ahorro para el retiro –no se diga ya de un ingreso estable. 

De acuerdo a un estudio en 2019 por el economista Ernesto Piedras para ‘El Economista’, cerca del 80% de los trabajadores de la Cultura tienen un segundo empleo –con el cual sostienen su producción artística–, número que entra en contraste con el hecho de que la cultura aporta un 7.2% al PIB del país. 

Dice Estrella Ortiz, en su artículo de este boletín, que la palabra que define la narración oral es 'dar' y en esta ocasión hemos querido regalar un espacio para la tradición oral en la primera infancia. Un lugar que pretende reavivar las ganas de contar estas pequeñas retahílas y juegos.  

 

Queremos dar cuenta de cómo se jugaban para que no sea solo una recopilación de su riqueza poética, sino un juego vivo, que se siga transmitiendo de viva voz, de vivas manos.

 

Dar a las familias un pequeño repertorio que poder compartir con sus bebés. Un punto de partida desde el cual recordar, investigar y hacer después sus propias versiones. 

 

Para ello hemos pedido a compañeros y compañeras cuentistas que trabajan habitualmente con primera infancia que nos grabaran un pequeño vídeo donde se pudiera apreciar la belleza de estas composiciones. Cada cual nos ha dado su arte como ha querido y Dani Borrón les ha proporcionado unidad a través de su edición de vídeo. 

 

¡Arriba las manos! es una propuesta de Alicia Bululú, narradora oral y pedagoga sevillana en la que, a través de una postal, comparte 12 poemas, cancioncillas y retahílas dirigidas a la primera infancia.

Por un lado de la postal podemos encontrar las imágenes, a modo de fotos-resumen de los gestos que se hacen con las manos en cada poema, y, al otro lado de la postal, los textos. 

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Contar para bebés es cantar. Esta afirmación, que va más allá del estereotipo que nos sugiere la palabra canción, hace referencia a una emisión vocal más libre, pero entonada, medida y acompasada. Como apoyo para esta declaración tan rotunda, por fortuna he recordado a Steven Mithen, quien en su libro Los neandertales cantaban rap. Los orígenes de la música y el lenguaje dice lo siguiente:

El Festival FragaTcuenta surgió hace diez años en nuestra ciudad como una necesidad: una necesidad de la sociedad por volver a escuchar historias de viva voz, historias que habían quedado relegadas a los libros y a los niños. Ya andaban, hacia un tiempo, algunos de nuestros maestros y maestras organizando a grupos de madres y padres para contar cuentos en las clases, al entender la oralidad como un paso previo y complementario a la lectura. Además, en las bibliotecas programábamos tímida y esporádicamente a cuentistas del panorama nacional que solían sorprendernos con sus historias.

Estando así las cosas, un grupo de personas vinculados al municipio y relacionados con el ámbito de la literatura infantil y la narración oral propusieron al Ayuntamiento la programación de un festival de oralidad, como una forma innovadora de poner a la ciudad en el candelero cultural. La Corporación aceptó y las bibliotecarias y el resto de agentes culturales locales hicieron suya la propuesta.

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Nací y me crie en un entorno hispanohablante. Mi lengua materna (1) es el español. También se da la circunstancia que mi madre nació en un pueblito situado en las faldas de la Sierra Nevada de California y se crio en un entorno bilingüe (2) inglés y español.

El resultado de esta mezcla es que yo fui criado en español, pero desde bebé a mis oídos llegaron expresiones, rimas, cancioncillas, etc., en inglés. Cuando alcancé la adolescencia tenía una sólida base del conocimiento del inglés que hizo que, de manera natural, y con algún verano en los EE. UU. de por medio, llegara a ser bilingüe.

Llevo contando cuentos de manera profesional unos 9 años y casi siempre he contado en inglés. Casi siempre a un público cuya lengua materna es el español. Esto ha hecho que durante este tiempo haya adquirido una serie de herramientas muy específicas que uso a la hora de narrar. 

En los últimos meses he empezado también a narrar en español y resulta que parte del trabajo que he realizado hasta ahora para llegar a tener mi propia voz narradora no me sirve de nada. Resulta que una buena parte de esas herramientas que os comentaba antes no las puedo utilizar a la hora de narrar en español. En cierto modo es como volver a empezar y da algo de vértigo. Volver a esa inseguridad de la que ya me empezaba a librar. Aunque si lo pienso bien también es bonito poder librarme de ciertos vicios adquiridos. Volver a empezar, pero con ventaja.

Me doy cuenta de que mi voz narradora no puede ser la misma cuando narro en inglés y cuando narro en español. Lo he intentado, pero creo que mi cerebro no manda las ordenes correctas a mi boca, a mis ojos, a mis manos... ¿Será esta una consecuencia más de mi cerebro bilingüe?

Cuando llegué a Galicia yo era vegetariano. Así empieza uno de mis espectáculos y creo que la frase sugiere de manera bastante gráfica el choque que supuso para mí el traslado desde mi Turín natal a Santiago de Compostela. La palabra “era” indica el desarrollo sucesivo de los acontecimientos. En ese momento yo tenía 23 años, era un estudiante universitario a quien habían adjudicado la beca Erasmus para estudiar en el extranjero, y había decidido ir a Santiago porque era la universidad que ofrecía la estancia más larga. Además buscaba sol y calor, así que no podía haber destino mejor. Eso también da una idea de mis conocimientos previos respecto a la península ibérica. Me subí al avión sin saber ni una palabra de castellano y me encontré en una ciudad donde además se hablaba mayormente gallego. 

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Durante el año de Erasmus monté mi primera compañía teatral –en Turín me había formado paralelamente en las artes escénicas– y allí empezó el camino que años después me conduciría a la narración oral. El primer montaje era prácticamente sin palabras, en el segundo utilizábamos una serie de grammelots del inglés, el italiano, el japonés y el marciano, y finalmente llegarían los espectáculos en castellano y en gallego.

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