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La narración oral puede llegar a convertirse en un formidable vector para el restablecimiento de la democracia y ello por tres razones principales:

1.- POR SU CONTENIDO, ya que las historias hablan de lo humano: 

Los cuentos tradicionales abordan todas las cuestiones que tienen que ver con el individuo como parte de la sociedad. Pero también se ocupan de los grandes interrogantes de la existencia en aquello que se relaciona con la clave del misterio de la vida, sin explicaciones realistas y pesadas. Conectan, a través de lo simbólico, los sueños, la poesía, con una conexión realmente emancipadora, tanto desde el punto de vista de la libertad de la imaginación, como en la comprensión de los mecanismos del desarrollo psicológico de la persona. El optimismo es obligatorio: Los niños pueden cambiar su destino aprendiendo lo que es bueno para ellos y lo que debe evitarse. 

Seamos narradores o seamos oyentes, podemos, y debemos, desarrollar una visión de la vida basada en la solidaridad, el coraje y con visión de futuro. De esta forma la aproximación al cuento pueden ser realizada por cada uno en función de su de su propia lectura y de manera amena y emotiva. Como decía el griott de  Mali “Hampate-Ba”: Los cuentos divierten a los niños, los adultos se relajan después del trabajo y hacen  filosofar a las cabezas canosas. En otras palabras, los cuentos pueden reunir las tres partes que cohabitan dentro de nosotros mismos. Lo afectivo, los lúdico y lo cognitivo.

2. POR SU FORMA, el cuento es un motor del pensamiento: 

La construcción narrativa, escénica y dramatúrgica es una formidable palanca de proyección del espectador que sigue los esfuerzos y pruebas del héroe de manera catártica, manteniendo una distancia cómplice y humorística en la dramatización. De esta forma el material de las palabras permite una multitud de interpretaciones, desvíos, asociación libres propias de cada uno, en una especie de malentendido creativo... Podemos seguir la historia juntos permaneciendo cada uno en su propio camino. 

La narración oral responde a una construcción simple y eficaz, de una problemática enunciada claramente, seguida de consecuencias en cadena, que conducen a una transformación.... 

Nos damos cuenta de que el cerebro humano tiene una sorprendente capacidad multisensorial para sintetizar la información cuando se desarrolla una forma narrativa: una situación con un personaje, el desarrollo de una búsqueda, vaivenes y giros, una conclusión. Desde este punto de vista, el “storytelling” liberal estadounidense no se equivoca, cuando utiliza formas narrativas para contar historias (literal y figurativamente) en la publicidad y la política, a fin de someter a los ciudadanos- consumidores a la dictadura de un proyecto ficticio de "vivir juntos". 

Incluso si los cuentos pueden adoptar diferentes formas dependiendo de si se definen como un maravilloso, de ingenio, cuento río, leyendas, epopeyas o mitos, su enunciado induce una progresión hacia el logro de una meta. Proporcionan implícitamente una estructura para aquellos que los escucha.

3.- POR LA RELACIÓN SOCIAL QUE PROPONE

Podemos atraer a un espectáculo de cuentos a personas que no irían al teatro. Y esto, en lugares como bibliotecas, casas de cultura rurales, en plazas de los pueblos, en casa particulares, con los jóvenes en barrios desfavorecidos, con ancianos, etc., y en lugares poco adaptados a la escena. Esta proximidad permite restablecer el diálogo en una comunicación simple, viajar a la "económicaa", apropiándose de imágenes propias. Creando siempre un intercambio de convivencia, tranquilo y relajado, que desacraliza el papel del artista y favorece el reencuentro. 

La fragilidad de este tipo de espectáculo que se basa en un acuerdo conocido y absoluto "no hay nada, hay que imaginar todo", es su fuerza... La complicidad del narrador con SU público crea una forma inmejorable para representar el mundo en su complejidad, casi sin medios. El imaginario no tiene límites, todo es posible... “Nosotros" podemos aceptar la idea, como en los sueños, de atravesar el espacio y el tiempo, volar, transformarnos, enfrentar imágenes fantásticas aquí y ahora, sin artificios y sin movernos de la silla.... Los narradores son una especie de paracaidistas de la cultura. No hacen ruido en el concierto mediático de los “reality shows”, pero el viaje que proponen se graba en nosotros de manera íntima e inolvidable. Cualquiera puede atreverse a contar con su forma particular de ser, los jóvenes, en particular, pueden encontrar de esta forma un medio para poder aproximarse a lo artístico, cultivar la confianza en sí mismos y poder expresarse desarrollando la estupenda herramienta de la palabra en todas sus formas.

Por último, en una época como la nuestra, donde el lenguaje se ve socavado (hegemonía de la imagen, simplificación de las palabras convertidas el anuncios publicitarios, dominación cultural por los estándares formateados de las industrias multinacionales), la oralidad de una palabra compartida, frágil, diversa, heterogénea, a tientas, fantasiosa, de interpretación libre y más allá del pensamiento único, es una alternativa creíble y original para salvaguardar lo humano, fuera del individualismo al que el mundo mercantilizado nos propulsa de manera programada.

Pepito Mateo
Director y Narrador Oral. Francia