Contar cuentos es una interpretación personal de las historias, y la propia experiencia te lleva a encontrar tu forma de contar. Dicho así parece muy fácil, en cambio, es un continuo caminar.
Aunque estudié Psicología, fue la música la que me llevó por otros derroteros. Terminé el grado elemental de piano, y no se me daba muy bien tocar, una pena para mí cuando me di cuenta. Pero, aun así, me gustaba mucho, y con gran entusiasmo me acerqué a la expresión musical, esto se me daba mejor, así es que comencé a dar clase. Me encantaba motivar a los más pequeños a través de la música y comencé a trabajar como monitora de música y movimiento en la Casa de la Cultura de Alcalá de Guadaira, el pueblo de Sevilla donde vivía en aquel momento. Diez años estuve allí, y me fui formando a través de cursos de pedagogía musical activa, juegos musicales de despertar auditivo, método Kodaly y método de Orff. Me gustaba convertir cuentos en canciones para la biblioteca y hacía mis pinitos cantando. Todo iba muy bien. Ya casi pensaba que estaría allí toda la vida, en cambio, comencé a aburrirme de hacer siempre lo mismo. Tendría unos 24 años cuando empecé a desarrollar mi faceta teatral y a trabajar en musicales y en distintas compañías de teatro y títeres, pero, al tiempo, también me cansé de hacer proyectos de otros y decir palabras que no sentía mías. Por eso me aventuré a crear mi propia compañía. Aunque era yo sola, prefería trabajar con otro nombre, no me sentía cómoda con el mío y me inventé a Triglú Teatro, donde empecé a hacer espectáculos unipersonales de cuentos teatralizados. Mi hijo Adrián Cardeñoso, por esa época estaba terminando su carrera de piano y comenzamos a trabajar juntos en algunos espectáculos. El primero se llamaba “Música de duendes”. Trabajamos mucho con él. Y luego vinieron otros. Nunca me planteé tocar y contar a la vez porque siempre me ha gustado que la música tenga un lugar importante y centrarme por completo en la interpretación de la historia.
Este trabajo me sirvió para aprender a comunicarme con el músico, fui experimentando cómo la historia cambia con la música y al mismo tiempo la música se adapta a la historia. El ritmo de las palabras al ser acompañadas por la música cambia inevitablemente. Además, elegir las músicas adecuadas para cada momento es también un trabajo del músico, elegir lo que se necesita para esa historia o esa parte. En este caso, Adrián ya estaba desarrollando un concepto de sincronía que me fue enseñando otra perspectiva. La música no solo está de fondo para acompañar. Si la música está, hay que escucharla, tiene que formar parte de la historia, lleva un lenguaje paralelo y complementario, y es un trabajo en equipo conseguir que música y cuento vayan de la mano. Este concepto quedó en los dos muy marcado, de tal forma que yo siempre buscaría algo parecido en otros músicos y Adrián se especializaría en tocar para historias buscando la sincronía.
Al poco tiempo, y al acercarme a la narración oral, se me abrió un mundo de posibilidades. Me pareció muy difícil eso de enfrentarme a mí misma como persona y no como personaje. Cuando veía a narradores contar cuentos me parecía un camino inabarcable. Quedé impresionada, admiraba sus trabajos y algo se reflejaba en mí. Algo desconocido. Formé parte de la organización de FINOS (Festival Intercultrual de Narración Oral de Sevilla) diez años. No me aburría nunca. Me estimuló mucho el reto de encontrar mi propio narrador y de adaptar cuentos. Siempre me habían fascinado los cuentos tradicionales y me gustaba crear espectáculos. En cambio, sentía que no era fácil, sobre todo con el público adulto al que no estaba acostumbrada. Además, cuando contaba sin música me sentía desubicada, pero aun así, fui adentrándome en los ritmos de la palabra. Inevitablemente mi forma de contar estaba marcada por el ritmo y las canciones y al ir construyendo espectáculos cerrados de narración oral, volví a contar con música en directo. Esto supuso apartarme de la narración oral clásica, porque en aquella época se contaba sin música.
Claro que tengo muchas sesiones de cuentos sin música, pero no puedo evitar contar con ritmos muy diferentes, poetizar los cuentos para darles mas musicalidad, o utilizar mucho las cancioncillas. Y al final lo he aceptado como parte de mi estilo.
Mi forma de contar cuentos con música en directo hace a la música muy partícipe, tanto que a veces puede parecer que se aleja de la narración oral, en cambio, es el resultado de una combinación integrada que parte de lo narrativo y que tiene un trabajo oral narrativo previo en solitario.
He explorado diferentes estilos narrativos con cada músico y creo que he encontrado un estilo diferente a la hora de contar con música y a la hora de contar sin ella. Pero mi ritmo y mi estilo propio, el que tanto cuesta encontrar, lo he descubierto a través de la música. Incluso, a veces cuando preparo una historia que voy a contar sin música, me pongo una música de fondo que me ayude a encontrarle un ritmo, esto también lo hago cuando grabo programas de radio. Todos los cuentos que cuento con música en directo sufren una modificación importante y hay cuentos que prefiero contar sin música y los reservo para sesiones en solitario.
En mi opinión, hay varias formas de unir la narración y la música:
- La música de fondo
- Contar y tocar a la vez
- La música integrada en la narración
- La sincronía
Con más detalle:
- Cuando se cuenta con música de fondo, se elige una música que vaya con el ánimo del cuento y se cuenta por encima de ella. Hay incluso quien prácticamente no ensaya. Este trabajo da un resultado donde música y cuento no van a la par, si no que la música ameniza la historia. El narrador tiene todo el peso y marca el ritmo, el músico se va adaptando de forma más o menos espontánea.
- El narrador que toca y cuenta, al estilo juglar o trovador, se va amenizando en algunos momentos con la música. Esto le da mucha autonomía a la hora de trabajar y la música casi siempre está en un segundo plano, de fondo o de transición.
- La música integrada en la narración requiere un trabajo previo con músicos profesionales que sepan apreciar el lenguaje narrativo y transmitir la historia musicalmente al mismo tiempo que es contada. También requiere un conocimiento del ritmo por parte del narrador que tendrá que adaptarse a la música, incluso a veces la forma de contar cambiará mucho. El músico, por otro lado, ha de elegir las piezas, adaptarlas o componerlas para cada historia.
- La sincronía entre música y cuento, una combinación tan integrada que la música cuenta y la historia suena. Un ejemplo es nuestro primer libro: Preludios contados, del que se pueden escuchar los audios en Spotify. Un trabajo de Adrián Cardeñoso donde música y narración van completamente de la mano. Este trabajo solo resulta posible cuando el músico es además compositor, y me atrevo a decir, que de base clásica. De esta forma la música va contando la historia al mismo tiempo que el narrador, y la coordinación ha de ser exacta. Adrián lo explica en su artículo “Contar con sonidos” en este mismo boletín.
Si se quiere integrar la música en el cuento hay varios puntos a tener en cuenta:
- El tipo de música que se utilice.
- La comunicación con el músico.
- La música también está comunicando.
- El músico necesita referencias estables sobre la historia.
- El músico ha de estar abierto a esta experiencia, no todos lo músicos pueden adaptarse a la narración.
Sobre el cuento:
- El narrador debe estar receptivo para integrar la música en su narración. No está solo.
- El cuento se puede modificar rítmicamente.
- Hay cuentos que incluso tienen que adaptarse narrativamente para ser contados de forma diferente.
- El cuento quedará más enmarcado y no tan libre como cuando se cuenta sin música.
- Hay un trabajo importante de ensayo con el músico, en cada parte y en cada cuento.
- Hay que coordinar silencios, momentos de tensión, momentos de narración, canciones y momentos de transición.
- El objetivo es conseguir que música y cuento tengan su propio lugar y que juntos creen la historia.
Si la música resta o aporta es muy subjetivo. La música puede restar en un sentido y aportar en otro. Puede incluso resultar saturante, pero las palabras también pueden resultar saturantes en algún momento. Depende de cómo y de qué se cuente.
La música modifica la narración en mayor o menor medida, esto depende sobre todo de lo que quiera conseguir el narrador y de como se deje influenciar por la música.
Enlaces: Cuentos en clave de blues. Gazpacho Andaluz
Este artículo forma parte del Boletín n.º 102 – Contar con música