Nací y me crie en un entorno hispanohablante. Mi lengua materna (1) es el español. También se da la circunstancia que mi madre nació en un pueblito situado en las faldas de la Sierra Nevada de California y se crio en un entorno bilingüe (2) inglés y español.

El resultado de esta mezcla es que yo fui criado en español, pero desde bebé a mis oídos llegaron expresiones, rimas, cancioncillas, etc., en inglés. Cuando alcancé la adolescencia tenía una sólida base del conocimiento del inglés que hizo que, de manera natural, y con algún verano en los EE. UU. de por medio, llegara a ser bilingüe.

Llevo contando cuentos de manera profesional unos 9 años y casi siempre he contado en inglés. Casi siempre a un público cuya lengua materna es el español. Esto ha hecho que durante este tiempo haya adquirido una serie de herramientas muy específicas que uso a la hora de narrar. 

En los últimos meses he empezado también a narrar en español y resulta que parte del trabajo que he realizado hasta ahora para llegar a tener mi propia voz narradora no me sirve de nada. Resulta que una buena parte de esas herramientas que os comentaba antes no las puedo utilizar a la hora de narrar en español. En cierto modo es como volver a empezar y da algo de vértigo. Volver a esa inseguridad de la que ya me empezaba a librar. Aunque si lo pienso bien también es bonito poder librarme de ciertos vicios adquiridos. Volver a empezar, pero con ventaja.

Me doy cuenta de que mi voz narradora no puede ser la misma cuando narro en inglés y cuando narro en español. Lo he intentado, pero creo que mi cerebro no manda las ordenes correctas a mi boca, a mis ojos, a mis manos... ¿Será esta una consecuencia más de mi cerebro bilingüe?

Indagando en el concepto de Cerebro Bilingüe me he topado con el investigador de la Universidad Pompeu Fabra y autor del libro El cerebro bilingüe: la neurociencia del lenguaje, Albert Costa. Costa y su equipo han demostrado que en el cerebro de una persona que habla varios idiomas se puede detectar la parte del cerebro que se utiliza para hablar cada idioma y las partes del cerebro en las que los idiomas se solapan.

Pienso en esta idea y creo que en mi caso, y a la hora de narrar, mi cerebro tiene tres partes bien diferenciadas. La parte de mi cerebro que utilizo para narrar en español, la parte de mi cerebro que utilizo para narrar en inglés y la parte de mi cerebro en la que se solapan ambos idiomas.

Ilustración Articulo Estibi Minguez Boletin Nov 21

Gracias a Lourdes Quesada (artista multidisciplinar) por plasmar en una “radiografía” mi cerebro

Dice Albert Costa que todas las zonas del cerebro se organizan igual, pero no tienen por que funcionar igual. Este concepto me lleva a la revista El Aedo #4 de nuestra asociación que bajo el título “Un diccionario de narración oral” recogía en orden alfabético un buen número de definiciones en torno al mundo de la narración oral escritas por personas del gremio.

Con la letra i la primera palabra es IDIOMA y nuestra compañera Tània Muñoz Marzà escribió una delicia de texto que comienza así: “El idioma es la lengua en la cual se crea y transmite una historia, y suele ser característico de un pueblo o nación. Así, cada idioma se distingue del resto no solo por las diferencias entre sus elementos fonéticos sino también por las ideas asociadas a estos, de manera que cada lengua es además la expresión de la cultura a la cual está intrínsecamente ligada”.

¡Eso es! Esas zonas diferenciadas de mi cerebro nunca podrán llegar a ser una. Da igual la destreza que adquiera hablando en inglés. No se trata del nivel de conocimiento del vocabulario y la soltura al hablarlo. Se trata de que un idioma además de palabras es una expresión de una cultura y todos y todas sabemos que las culturas latinas y las anglosajonas son muy diferentes.

Desde que empecé en este mundo de la narración tenía claro que necesitaba formarme. Precisamente asistiendo a una formación fue que me di de bruces con la palabra imaginario (3). Me di cuenta de que mi imaginario estaba fuertemente marcado por la cultura angloparlante y norteamericana. Me dejé llevar. Hace un par de años empecé un nuevo proyecto de narración en español. Apareció entonces una parte de mi imaginario que hasta entonces había ignorado quizás por culpa de narrar hasta aquel momento siempre en inglés. Me dejé llevar. Mi cerebro lo tenía todo guardado y latente esperando a que yo tirara de ello. ¡Qué maravilla!

Cuando empecé a contar cuentos fue en inglés y nunca había oído contar a nadie narrar cuentos en inglés. Digamos que no tenía referentes. Ahora que empiezo a narrar historias en español no puedo decir lo mismo. Llevo años yendo a disfrutar escuchando y viendo a compañeros y compañeras narrar. Tengo la suerte de vivir en la provincia de Guadalajara. Tenemos el Maratón de Cuentos, Los Viernes de los Cuentos, bibliotecas de la zona que programan narración de forma regular, festivales en Alcalá de Henares, etc., por no hablar de las escuelas de verano de AEDA donde he podido ver y escuchar a gran cantidad de narradores y narradoras de todos los estilos. Pues bien, resulta que me he sorprendido utilizando herramientas de otros y otras cuando narro en español. ¿Estoy copiando? ¿Me falta criterio propio? ¿O es simplemente que tengo que buscar mi propia voz cuando narro en español? Todo esto lo tenía ya superado narrando en inglés. Tengo mi propia voz en inglés. Una original. Mi voz. ¡Qué pereza volver a empezar!... pero qué interesante también. Una segunda oportunidad.

Ahora, debo de tener paciencia. Está demostrado que el cerebro bilingüe tiene ciertas ventajas (mayor capacidad operativa, mayor capacidad de perspectiva y mayor reserva cognitiva), pero también alguna que otra desventaja. Una de esas desventajas es que las personas bilingües somos más lentas a la hora de elegir nuestro vocabulario cuando estamos hablando. Para mí eso es una bendición. Aquellos de vosotros y vosotras que me conocéis sabéis que tiendo a acelerarme cuando hablo. ¡Imaginad cómo sería mi discurso si yo no fuera bilingüe!

La otra desventaja es que el vocabulario de las personas bilingües es algo más escaso comparado con el de las personas monolingües. Es verdad y soy consciente de ello. Desde hace años intento paliarlo con “la palabra del mes”, un termino que hemos acuñado en mi casa. Periódicamente descubro una palabra y la utilizo hasta la saciedad durante un tiempo hasta que pasa a ser parte de mi léxico habitual.

Se confirma lo que vengo diciendo desde hace años: soy un completo incompleto. Soy un “producto” fabricado a dos lenguas y no domino a la perfección ninguna de las dos. Es frustrante y desconcertante, pero lo llevo cada vez mejor. Ya no pretendo entrenar a mi cerebro para que su zona hispanohablante y su zona angloparlante se unan. Ahora celebro mi cerebro tal y como es. ¡A ver donde me lleva!

1. Lengua materna según el diccionario de la lengua española de la RAE:

f. lengua primera que una persona aprende a hablar.

2. Bilingüe según el diccionario de la lengua española de la RAE:

adj. Que habla dos lenguas.

3. Imaginario según el diccionario de la lengua española de la RAE:

m. Repertorio de elementos simbólicos y conceptuales de un autor, una escuela o una tradición.

 

Estibi Mínguez

 

Este artículo se publicó en el Boletín n.º 96 – Contar en diferentes lenguas