“Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen.”

Juan Ramón Jiménez (1916): Diario de un poeta recién casado

Este aforismo del poeta Juan Ramón Jiménez nos ha servido como marco para un proyecto piloto de recuperación de la memoria oral y de intervención comunitaria en el Polígono Sur de Sevilla que la Asociación para la investigación y el desarrollo independiente del teatro profesional en Andalucía ha llevado a cabo el pasado año 2020 en el espacio municipal Factoría Cultural.

El objetivo principal ha sido impulsar la creación de una biblioteca humana (living library) que, en esta edición, se ha centrado en las historias de las personas que habitan un lugar, sus orígenes, su llegada, su día a día, sus recuerdos, costumbres, anécdotas, etc. como eje del trabajo.  

A lo largo de sucesivas ediciones, tiene vocación de conformar un mapa etnográfico colaborativo que considere a las personas como principales protagonistas del paisaje sonoro, narrativo, social y paisajístico del barrio.

Esta ha sido nuestra metodología: dos o tres jóvenes, tras haber recibido una formación específica previa, conforman equipos de trabajo. A continuación, se organizan pequeñas reuniones que hemos llamado Círculos de historias, compuestos por personas del barrio que actúan como donantes de historias. 

En cada círculo, una de las personas organizadoras cumple la función de facilitadora. Es decir, acompañada por su equipo, promueve el diálogo y la participación de donantes a través de la creación de un ambiente seguro y de confianza donde contar con libertad las historias autobiográficas. Esas narraciones son recogidas en una grabadora para formar parte de un archivo compartido que servirá para las siguientes fases del proyecto.

Esa es precisamente la finalidad de la formación inicial que reciben antes de reunirse con su respectivo círculo: adquirir técnicas que les permitan actuar como personas facilitadoras de la comunicación, así como adquirir recursos y dinámicas destinadas a favorecer la evocación y el recuerdo. Por ejemplo, el uso de fotografías, objetos personales, música, el relato de sus propias historias, símbolos, etc.

Posteriormente, reciben una formación artística para trabajar con las historias donadas y representarlas mediante distintos lenguajes creativos como la narración oral, el teatro, la danza, etc. Esta creación puede contener distintos fragmentos de todas las historias, únicamente la historia de una persona o sencillamente servir de inspiración para inventar una nueva historia ficticia pero basada en hechos reales. En cualquier caso, el anonimato es siempre respetado.

Una vez que la historia está reelaborada, se vuelve a convocar el círculo de historia original con el objetivo de que las personas donantes sean los primeros en escuchar el relato y los jóvenes puedan recibir su aprobación de modo que la historia sea validada y legitimada antes de ser expuesta al público. 

Por último, las historias han sido presentadas en una biblioteca humana, es decir, un lugar en el que los jóvenes participantes se han convertido en «libros humanos» porque la oralidad también es literatura y debe ser recogida poniendo voz a las historias como propias.

Dicha presentación tuvo lugar a mediados de noviembre en Factoría Cultural. Esta innovación social persigue la transformación del barrio, creando nuevas narrativas que profundicen en los aspectos positivos y humanizadores de la imagen estigmatizada del Polígono Sur, partiendo de las realidades legítimas de los habitantes del barrio.

Como nos dice Chimamanda Ngozi Adichie en El peligro de la historia única:

 

Siempre he pensado que es imposible compenetrarse con un lugar o una persona sin entender todas las historias de ese lugar o esa persona. La consecuencia de la historia única es: que roba la dignidad de los pueblos, dificulta el reconocimiento de nuestra igualdad humana, enfatiza nuestras diferencias en vez de nuestras similitudes… Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias se han usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar esa dignidad rota.

 

Es por ello que, programas como este, resultan imprescindibles para poder escuchar la multiplicidad de voces que conforman nuestras comunidades, sobre todo las de aquellas personas que rara vez toman la palabra.

 

Sonia Carmona. Directora del proyecto Raíces y alas

 

Este artículo forma parte del Boletín nº. 91 - La palabra como refugio