El pasado 24 de junio tuve el privilegio de dirigirme a un nutrido y diverso grupo de personas interesadas en la narración de historias al dar la conferencia inaugural de la Jornada sobre Narración Oral y Lectura celebrada en Huesca.

Jamás había estado antes en Huesca, ni había participado en ninguno de los encuentros sobre narración que AEDA viene organizando desde hace unos años. Estas circunstancias me recordaron las de mi primera visita al maratón de Guadalajara hace casi dos décadas, cuando acudí como conferenciante invitado al IX Maratón de los Cuentos de esa ciudad. Imagino que los encuentros de cualquier grupo profesional generan dinámicas similares. Yo sólo puedo hablar con autoridad de las que se desatan cuando se reúnen más de diez narradores para tomar una ciudad con las artes de la palabra.

Las energías que durante mi primera visita a Guadalajara me encandilaron y contribuyeron no poco a que saliera del despacho y las bibliotecas para hacerme folklorista de campo las sentí ese 24 de junio de Huesca. Nada más estimulante para un obseso de los relatos orales que sentarse a comer (o desayunar, o cenar, o tomar unos pinchos, etc.) con un grupo de narradores que han acudido a una pequeña localidad a celebrar las artes verbales. Las sinergias entre cuerpo y espíritu, emoción e intelecto, que se generan en ocasiones así rara vez las he experimentado en otros contextos. 

No menos importante que esto, las jornadas de este tipo facilitan contactos y reencuentros similares a los que pueda propiciar, digamos, un congreso académico. Cuando se lleva a cabo eso que se ha dado en llamar networking se fortalecen amistades y afinidades, se esbozan planes de futuro y se exploran las posibilidades de futuras colaboraciones. En el caso de la narración oral, sin embargo, este tejer redes intangibles tiene cualidades que no se dan en todas las esferas profesionales. No es este el lugar para explorar cuáles puedan ser esas cualidades; baste decir que, desde aquella primera visita a Guadalajara en el 2000, los hilos invisibles de mis propias actividades en torno a la narración de historias –es decir, de lo que para mí es más vital– cobraron vida propia y nunca han dejado de entretejerse en este telar de infinitas posibilidades.

 

José Manuel de Prada Samper

 

Artículo publicado en el Boletín n.º 76 – Jornada y Escuela AEDA. Un proyecto formativo en torno a la Narración Oral