Desde finales del 2011, los recursos destinados por las distintas administraciones para el mantenimiento y desarrollo de los servicios bibliotecarios eran insuficientes y escasos, llegando a cerrarse más de 40 bibliotecas en nuestra región. Como consecuencia de esta situación tan deplorable, en 2014, representantes de las distintas asociaciones de bibliotecarios de Castilla-La Mancha nos reunimos para reivindicar la importancia de las bibliotecas en nuestros pueblos. Se organizó un acto público donde informamos de la situación tan precaria que se estaba viviendo:
Las Bibliotecas Públicas tienen las puertas abiertas para que las utilicen libremente y en igualdad de condiciones todos los miembros de la comunidad. Lo colectivo, lo común y compartido son la esencia de las bibliotecas, que en Castilla la Mancha son en su inmensa mayoría bibliotecas municipales rurales, más del 90% de los municipios en nuestra región tienen menos de 20.000 habitantes.
Las bibliotecas son un lugar de encuentro, de lectura, pero también de cultura en su más amplio sentido, son auténticas dinamizadoras de la vida de los pueblos. Los bibliotecarios municipales de la red de Bibliotecas de Castilla La Mancha son mediadores sociales, estimulan la vida cultural y social, fomentan y animan a la lectura, colaboran con proyectos de interés local. Únicas referencias culturales que trascienden las tradiciones especialmente de lunes a viernes cuando solo habitan los residentes. Y en estas zonas rurales llega poco, muchas veces ni internet, proporcionado también por las bibliotecas.
...42 han sido cerradas ya en nuestra región, mientras que otros muchos bibliotecarios son presionados con amenaza de cierre, de despidos, con la precarización de sus condiciones de trabajo, contraviniendo la propia ley de bibliotecas.
Los municipios más pequeños fueron los más afectados, la Ley 3/2011 de 24 de febrero, de la Lectura y de las Bibliotecas de Castilla-La Mancha establece que todos los municipios de Castilla-La Mancha mayores de 1.000 habitantes deberán disponer de biblioteca de titularidad pública y uso general; también indica que todos los municipios que tengan entre 300 y 1.000 habitantes y no dispongan de biblioteca pública de uso general, dispondrán de servicios bibliotecarios de carácter móvil.
Respecto a los municipios menores de 300 habitantes la ley establece que dispondrán de los servicios de extensión bibliotecaria que, en cada caso, se determinen desde el punto de vista de su viabilidad técnica.
¿Cómo se le explica a las personas que habitan en estos municipios que no pueden gozar de ningún tipo de servicio bibliotecario regular porque según la legislación carecen de viabilidad técnica? ¿Qué significa tener viabilidad técnica? En estos municipios se visitan y organizan actividades de animación a la lectura en los Colegios Rurales Agrupados (CRA) donde acuden escolares de distintas poblaciones. ¿Cómo se les explica a estas niñas y niños que no pueden disfrutar de cuentos y de actividades porque una ley lo determina así? Actualmente, la mayoría de los municipios que recorren los bibliobuses de las provincias de Guadalajara y Cuenca no superan los 300 habitantes.
La importancia del servicio de bibliobús
Ahora en los medios de comunicación es muy frecuente escuchar hablar sobre la “España Vaciada o Vacía”, pero realmente no nos podemos hacer una idea de la despoblación que sufren hasta que no llegas a uno esos municipios con el bibliobús y te cuentan que van a cerrar el colegio el próximo curso porque solamente quedan dos niños en edad escolar o que tienen que ir al pueblo de al lado a hacer la compra porque la señora de la tienda se ha jubilado y no hay quien se hago cargo. O incluso una cuestión tan básica como ir al baño en algunas ocasiones es misión imposible porque el Centro Médico, el Ayuntamiento y el bar están cerrados.
Es importante reivindicar la importantísima tarea del bibliotecario de bibliobús, que de forma más penosa aún que desde un local o edificio estable, realiza una labor imprescindible para el acceso igualitario de los ciudadanos de las zonas más olvidadas a la cultura.
Los “bibliobuseros” somos vocacionales, muchos de nuestros compañeros no entienden el servicio que prestamos, no comprenden lo gratificante que es llegar a uno de los pueblos donde nos están esperando con impaciencia para ver que libros nuevos llevamos e invitarnos a tomar café para ponernos al día de los que ha pasado en el pueblo desde la visita anterior, para estas personas somos su ventana al exterior. A nivel personal, tengo que decir, que mi experiencia como bibliotecaria en un bibliobús ha sido la más reconfortante de toda mi carrera profesional.
También hay que reconocer la labor realizada por los compañeros del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas, gracias a su incesante esfuerzo y tesón se ha conseguido dotar y mantener a la Red de Bibliobuses tanto a nivel económico como de personal.
La Red de Bibliobuses de Castilla-La Mancha ofrecen servicio a más de 400 municipios “vaciados”, aldeas o pedanías, pero no solamente se prestan libros, revistas o películas, el servicio va más allá, se organizan talleres de animación a la lectura, cuentacuentos, clubes de lectura, encuentros con autores (Luis Landero y Manuel Vilas, entre otros), recitales de poesía y certámenes literarios. Se intenta acercar a estos usuarios todo aquello que se ofrece en las bibliotecas de forma habitual.
La relación con los habitantes de estos pueblecitos es muy estrecha, en algunas ocasiones simplemente suben a saludarte y a charlar un rato, nos cuentan historias y costumbres del pueblo o cuentos que ellos habían escuchado cuando eran pequeños. El año pasado para celebrar el Día del Libro organizamos una sesión de cuentos contados por las maestras y por el personal bibliotecario, algunas madres y abuelas aprovecharon para disfrutar de la sesión incluso alguna se lanzó a contar algún cuento de su niñez.
En octubre celebramos el Día de la Biblioteca invitando al narrador oral Juan Villén para público infantil, nos acompañó por varias rutas del bibliobús, fue una nueva experiencia tanto para las niñas y niños como para el propio narrador acostumbrado a contar en otro tipo de espacios. Un mes después para poner el broche final al Encuentro de Clubes de Lectura, al que asistieron participantes de nuestros clubes, contamos con Félix Albo y sus extraordinarias historias.
Y el año lo terminamos con la narradora Paula Carbonell y sus “Cuentos entre polvorones”. Paula nos acompañó a cuatro municipios con aulas CRA, donde los pequeños disfrutaron de diversas historias navideñas.
Pero de los mayores tampoco nos olvidamos, de igual forma, se presta servicio a residencias y viviendas tuteladas de personas mayores, el tiempo que pasamos con ellos es una maravilla, siempre terminan contando historias, cuentos o coplillas de antaño, es un placer escucharles y aprender de ellos. Y muestra de este saber popular compartido son los dos libros publicados por la Red de bibliobuses de Guadalajara: «Guadalajara, agua y vida» y «Guadalajara, tierra de miel», ambas obras son el resultado de sendas campañas de recogida de testimonios orales; la primera sobre los usos y tradiciones relacionadas con el agua y la segunda sobre la actividad apícola en la provincia de Guadalajara.
Actualmente la Universidad de Castilla-La Mancha ha pedido colaboración a todos las bibliotecas y bibliobuses de la región para llevar a cabo el proyecto “Corpus de literatura popular de tradición infantil de Castilla-La Mancha” cuyo objetivo básico es la recogida, selección, fijación escrita, clasificación y análisis literario de textos populares de tradición infantil, con la finalidad de recuperar y, en su caso, conservar unos materiales que forman parte del patrimonio cultural y literario de Castilla-La Mancha.
Corpus de literatura popular de tradición infantil de Castilla-La Mancha
Dice el refranero popular que (algo sobre vida, esperanza…) Y eso es, justamente, la imagen que cualquier usuario y vecino del medio rural tiene de su biblioteca: un lugar de vida, el pulso social y cultural de esa localidad, el centro de encuentro, de vida, de celebraciones y consuelos. Queda lejos la imagen, anticuada y en cierto modo elitista, de una biblioteca para -en silencio- prestar y devolver libros o materiales audiovisuales, renovar el carnet y tragar saliva si se nos había pasado la fecha de devolución un par de días.
Por eso, el día que presentamos a una de las convocatorias de proyectos de investigación más concurridas de los últimos años -como ha ocurrido con la cultura y las bibliotecas, en esta tierra también pasamos alrededor de cuatro años de mano férrea en temas de I+D+I- este proyecto de literatura popular de tradición infantil, planteamos como eje central para su desarrollo el ámbito bibliotecario municipal.
La trayectoria de investigación del grupo “Literatura Infantil y Educación Literaria” (LIEL), de la Universidad de Castilla-La Mancha, creado por Pedro Cerrillo (qepd), la solidez del proyecto y los compromisos y objetivos detallados, ambiciosos pero alcanzables, hicieron que los investigadores de la ANEP (Agencia Nacional de Evaluación de Proyectos), dependiente del Ministerio de Ciencia -o sus diferentes denominaciones en cada momento- concediera una de las mejores calificaciones a este proyecto en el ámbito de las Humanidades. Y, a partir de entonces, comienza una andadura que debe llevarnos, en los próximos dos años, a ofrecer a toda la sociedad un corpus digital con este tipo de cantos y cuentos recogidos en nuestra región. Al estilo del impresionante trabajo que David Mañero dirige desde hace años en la Universidad de Jaén (www.corpusdeliteraturaoral.es) pero centrado exclusivamente en los textos -orales- que han pervivido durante años, generación tras generación, en los labios de sus principales transmisores: los niños.
Concedido el proyecto, el primer paso fue acudir a presentarlo al Servicio del Libro, Archivo y Bibliotecas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. A presentarlo y a pedir su colaboración. Óscar Arroyo, jefe regional del servicio, lo hizo suyo en ese mismo momento y, desde entonces, este es un proyecto compartido entre la magnífica Red de Bibliotecas Públicas de la región y nuestra universidad. En cada reunión comarcal o provincial en las que vamos contando los pormenores del proyecto y buscando la complicidad de las bibliotecas, son muchísimas las que se suman, dando buena muestra de la generosidad, la ilusión y el trabajo constante de la mayoría de sus responsables.
Los que tenemos la suerte de trabajar en un tema tan atractivo como es el de la literatura de tradición oral sabemos que el trabajo de campo en la búsqueda de este tipo de materiales tiene un componente emotivo fundamental. Componente en una doble vertiente: por un lado, reconocer una literatura que, durante siglos, se ha transmitido entre generaciones -de boca generalmente de madres y abuelas, aunque también la voz masculina jugó un papel importante, hoy ya muy debilitado-, desde mucho antes de las primeras muestras de escritura o de la aparición de la imprenta moderna y la extensión de la literatura escrita y de autor. Y, por otro, subrayar esa dedicación, ese compromiso, ese cariño hacia el otro, a quien el narrador, cuando le contaba o recitaba, le estaba regalando lo más preciado que tenía y que tanto echamos hoy en falta: su propio tiempo. Junto a ello, las personas mayores, muchas veces cultísimas, aunque puede que iletradas, sienten el reconocimiento de que la academia, la universidad, los investigadores, gracias a la mediación de la bibliotecaria (o el bibliotecario) de su pueblo, hayan llegado a su hogar y le estén prestando toda la atención que merecen. Porque esos cuentos, esas canciones, esas retahílas, esos chistecillos, burlas o adivinanzas, que cantaban de pequeños, o de mayores, en el fresco, las “entretenías”, al amor de la lumbre o del asfalto del mes de julio, como ocio o como aligeramiento de sus jornadas de trabajo, antes de que las pantallas inundasen nuestras vidas, esos textos son bastante más importantes de lo que muchas veces se ha creído.
No nos vamos a remontar aquí al Romanticismo, ni a las primeras sociedades del Folklore, ni a las primeras e importantes recopilaciones de cuentos en Europa o en nuestro país, en sus diferentes lenguas y culturas, ni a la labor desarrollada por la Institución Libre de Enseñanza o por los impulsos pedagógicos de la Segunda República, ni a otras tantas iniciativas de donde manan iniciativas de este tipo, porque todos los lectores de esta revista tenéis muy clara la importancia de estos textos, de su recogida con criterio y metodología, y del valor añadido que el análisis y la investigación tienen que darle a este corpus que ahora os presentamos y que esperamos que unos años sea una realidad.
Tan solo queremos compartirlo, subrayando la importancia de las bibliotecas públicas en el desarrollo social y cultural de los municipios y, en este caso concreto, en la mediación entre la cultura popular y tradicional y los que dedicamos parte de nuestro tiempo y nuestro trabajo a su conservación, difusión y puesta en valor. Y, por supuesto, invitaros a todos a participar en este proyecto y a hacerlo tan vuestro como nuestro, pues su objeto de estudio, la literatura popular de tradición infantil, es una muestra más de ese rico patrimonio inmaterial de la humanidad que debemos atesorar para nuestro disfrute y el de las generaciones venideras.
Artículo publicado en el Boletín n.º 73 de AEDA – Bibliobuses y bibliotecas ambulantes, un servicio cultural de proximidad