Se dice de aquella persona que tiene una facultad especial en el arte de escuchar, ya sea porque está entrenada, ya sea porque le encantan los cuentos y las historias. Son las personas en las que, como narradores, nos apoyamos para centrar la atención y sostienen el hilo de la narración de un modo especial.

Muchas veces, a partir del hilo mágico que se crea entre nosotros y la persona que escucha con todos sus sentidos puestos en este tarea, se van creando la «tela de araña» que va atrapando a todos los demás componentes del público. El ambiente se va calmando, las antenas se van abriendo y llegamos al momento intenso de escucha que hace que la narración tome todo su valor.

Este tipo de persona es fácil de detectar, sobre todo entre el público infantil, ya que te mira fijamente con ojos grandes, respira contigo, y casi puedes ver las imágenes que va creando en su cerebro a partir de las palabras dichas. Casi no se mueve, escucha concentrado y es sensible a las emociones y los estados de ánimo de los que se compone la historia. Te ayuda en los momentos de flaqueza pidiéndote que no pares, que sigas, que vayas allí adonde nadie antes pudo llevarle.

En el público adulto también existe este tipo de escuchadores pero les cuesta más mostrarse. Los adultos, en general, estamos más a la defensiva «no vaya a ser que se note que me gusta, que me hace gracia».

Escuchadores profesionales necesitamos y nos necesitan, no les defraudemos, démosles lo mejor que tenemos.

 

Ana Apika