El idioma es la lengua en la cual se crea y transmite una historia, y suele ser característico de un pueblo o nación. Así, cada idioma se distingue del resto no solo por las diferencias entre sus elementos fonéticos sino también por las ideas asociadas a estos, de manera que cada lengua es además la expresión de la cultura a la cual está intrínsecamente ligada.

Estas diferencias entre las lenguas del mundo o relativismo lingüístico suponen, por ejemplo, que en algunas lenguas existen palabras asociadas a conceptos, que, por ser inexistentes en otras lenguas, no tienen una traducción directa. Tómese el caso de la palabra mamihlapinatapei, que en yagan, una lengua indígena de la Tierra del Fuego, se podría traducir aproximadamente como 'mirada cargada de significado que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero que no se deciden a comenzar'. Aunque quizás extremo, este bello ejemplo en lengua yagán ilustra algunas de las complejidades del trabajo del contador/a, que adapta y transmite oralmente historias que en ocasiones pertenecen a cosmovisiones ajenas y que le llegan en su lengua original o a través de traducciones.

En este sentido, el trabajo del narrador/a oral es cuidadoso y respetuoso a la hora de adaptar estas historias y requiere de una cierta implicación y conocimiento de las fuentes y/o el contexto social o histórico en el que estos cuentos se crearon.

En consecuencia, es de vital importancia la elección del idioma en el que se narra, de manera que la mayoría de contadores/as trabajan en su lengua nativa, por las dificultades anteriormente apuntadas, así como porque la narración oral, al no ser un discurso cerrado, exige un gran dominio de una lengua.

Desde este punto de vista, cabe destacar especialmente la experiencia de contadores/as bilingües o con alto grado de competencia en dos o más lenguas. En el ámbito español, es especialmente interesante la situación de los contadores que además del castellano cuentan habitualmente en catalán, euskera, gallego o asturiano. Factores tan diversos como el origen de cada narrador/a, su grado de competencia en cada una de las dos lenguas, el tipo de narración escogida, o la situación de las lenguas en cada zona, explican que cada contador/a se decante entre la lengua originaria de la zona y el castellano o con qué frecuencia y en qué situaciones cuente en una u otra lengua. Tanto en un contexto monolingüe como en este contexto bilingüe y/o diglósico, en el que en ocasiones una de las lenguas goza de un prestigio y privilegios sociales o políticos superiores, los narradores, con situaciones y posicionamientos personales muy diversos respecto a las lenguas vehiculares de sus sesiones, atienden a la necesidad y complejidad de contar cuentos en más de un idioma con la mayor profesionalidad posible.

En realidad, el equilibrio entre el respeto a la diversidad cultural pero también al reconocimiento de una única naturaleza humana, de la que todos nosotros formamos parte, podría ser la clave en la cuestión del idioma y la narración oral.

 

Tania Muñoz Marzá