La investigación en la narración significa para mí profundizar en los cuentos, tanto por dentro como por fuera. Lo primero implica examinar tanto la estructura interna del cuento y las piezas que lo conforman (motivos) como las variantes existentes de cada cuento, a fin de construir la versión que nos sea más satisfactoria para narrar. Por poner un ejemplo, se han documentado más de 60 variantes en todo el mundo del cuento tipo 545B, «El gato con botas», y en algunas el protagonista ni siquiera es un gato.

Existen multitud de recursos, desde recopilaciones de cuentos clasificados por países o regiones, hasta catálogos tipológicos de cuentos tradicionales de todo el mundo e incluso índices de motivos, que nos facilitan esta labor. Internet nos abre, asimismo, nuevas puertas a recursos, tanto escritos como orales, y facilita el intercambio de información con informantes y estudiosos de los cuentos de todo el mundo.

Lo segundo se refiere a la búsqueda del contexto geográfico y cultural del cuento: dónde y cómo se cuenta, qué rituales (tanto solemnes como cotidianos) lo acompañan y cuál es su significado, el paisaje que lo rodea, la música, la gastronomía, los oficios... Cada detalle enriquece el cuento y nos permite transmitirlo con matices. Esto es especialmente importante cuando contamos cuentos de culturas alejadas a la nuestra, o cuando contamos cuentos de nuestra propia tradición a públicos de otras culturas.

Esta búsqueda contextual la mueve la curiosidad y la pasión, y eso quedará reflejado positivamente en el resultado de nuestro trabajo. Asimismo, para dar aún más riqueza y verosimilitud a lo narrado, la búsqueda puede extenderse al contexto del propio narrador, estableciendo conexiones entre sus vivencias y el cuento que va a narrar. Así pues, cualquier detalle aparentemente trivial: el aroma de un guiso, un rostro en el metro que te recuerda a un personaje, la forma de una hoja o una fruta, el cómic que estás leyendo antes de dormir…, todo ello forma una especie de sustrato donde el cuento podrá crecer y dar fruto. 

 

Susana Tornero