Dice el Diccionario de la RAE

5. f. Método, estilo o gusto peculiar de cada maestro para enseñar.
6. f. Doctrina, principios y sistema de un autor.
7. f. Conjunto de discípulos, seguidores o imitadores de una persona o de su doctrina, arte, etc.

Y el Diccionario María Moliner (1.ª ed.)

3. Conocimientos teóricos o prácticos de alguna cosa adquiridos ejercitándose y con la dirección de un maestro o profesor… Son frecuentes las expresiones «buena escuela», «mala escuela».
4. Métodos o sistema de enseñanza de un maestro o profesor.
6. Conjunto de personas que en filosofía, ciencia o arte siguen una misma doctrina o tienen estilo, procedimientos, etc., comunicados de unos a otros, que dan unidad al grupo.

En la narración oral, como en otras disciplinas artísticas, hay «escuelas de narración», no escuelas regladas desde el Ministerio de Educación como en teatro o en otras disciplinas, pero escuelas al fin y al cabo. Algunos de esos cursos, talleres, laboratorios se ofertan incluso desde instituciones como las universidades, y hasta ahora forman parte de unos contenidos más extensos dentro de diferentes asignaturas o módulos de un determinado máster.

Pero principalmente lo que nos encontramos son eso que la RAE o el María Moliner definen como: doctrina, principios y sistema de un autor. Un narrador que decide compartir su método, sus formas y sus conocimientos y reúne a un grupo de personas a los que les muestra su manera de entender la narración. Alguien que cuenta tan solo con la palabra, de negro, de colores, con objetos, con libros, con disfraces, sin ellos, con títeres o desde el silencio. Hay quien se cuenta, se exhibe o se esconde delante o tras la historia, hay quien cuenta de manera temática, literaria o errática, hay quien cuenta hilado y quien lo hace fragmentando, quien cuenta desde el humor o el dolor, los hay que ni cuentan. Y muchos de ellos enseñan o enseñamos.

Desde hace años se cuestionan estas enseñanzas, hay detractores y defensores, hay quien quisiera una formación más reglada como en el teatro, pero ¿son las escuelas oficiales de teatro las mejores? o ¿son solo el punto de partida para llegar a esas otras?

En la narración oral ¿existen solo «esas otras»? Y, si así fuera, ¿es esto un problema?

Seguramente, el problema radica en que se trata, a la vez, de una de las profesiones más viejas y más nuevas del mundo. Nadie necesitaba un máster en nada para deleitar contando cuentos a los suyos, a su pueblo, ni siquiera para andar de aquí para allá contando historias.

Las cosas han cambiado. El mundo ha cambiado y también nuestra forma de comunicarnos, pero la sed de historias continúa y, de pronto, hemos hecho de una necesidad una profesión.

Y dicen que hay que aprender a contar.

El símil que me viene a la cabeza es el de la pintura, dicen que a pintar se aprende mirando y pintando y habrá quien pinte toda su vida, pero su estilo nunca sea apreciado o nunca se le pueda considerar Arte o no sea entendido o no merezca la pena, pero, si miramos atrás, con una mirada crítica y un análisis exhaustivo y riguroso de las obras de todos los grandes maestros, estos copiaron hasta encontrar su propio estilo. Hay quien se quedó en la copia.

Quizás desde esos talleres, laboratorios, cursos…, desde esas escuelas, lo esencial sería asistir para escuchar las voces de otros y encontrar la propia y, sobre todo, no quedarse en una sola escuela.

En el Arte y en la narración, como en la vida, cuanto más se conoce, menos se sabe y mejor se crea.

 

Paula Carbonell