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Gustavo Martín Garzo, El hilo azul, Fundación Germán Sánchez Ruipérez

Una casa de palabras y El hilo azul son las dos recopilaciones de artículos y conferencias de Gustavo Martín Garzo que he disfrutado y saboreado ya en varias ocasiones, y que os recomiendo desde el entusiasmo que su lectura ha provocado en mí. Aunque ya llevan años en nuestra estantería – El hilo azul unos cuantos más -, son libros que no pierden en ningún caso interés.

He encontrado recomendaciones del primero a cargo de Inés Bengoa, aquí y de Pep Bruno aquí y, como las comparto os invito a que las releáis y paso a centrarme en El hilo azul, aunque insisto, no dejéis de leer Una casa de palabras si no lo habéis hecho hasta el momento.

El hilo azul es el hilo de tinta interminable de la escritura con el que generaciones de escritores han tejido poco a poco todo un mundo con el material de sus sueños, sus recuerdos y sus deseos, es el hilo que une la escritura con la vida. Recoge artículos dedicados al mundo de la literatura y que fueron escritos para los diarios ABC y El País durante diez años. Profundo y reflexivo, ya en el prólogo el autor nos previene: “Tengo un pensamiento más bien disperso, y mis lecturas han sido siempre desorganizadas y azarosas.” Tal dispersión creo que se extiende a sus escritos ya que tiene una especial y habilidosa tendencia a saltar de un tema a otro y, sobre todo, de un autor o libro de referencia a otro, invitándonos a saber más y más. Memorables encuentra las palabras de Rosa Chacel: “Escribir es el deseo de irse por los tejados”, y quizás de ahí provenga su tendencia saltarina. He  de reconocer que aunque me desconcierta en múltiples ocasiones, me obliga a releer y a buscar entre lo ya leído, y me deja la sensación de “cuánto me queda por leer”, me parece francamente delicioso y motivador.

Se estructura en seis partes:

“La calle del paraíso “, dedicada al mundo de la infancia; “La pasión de contar”, donde ahonda en el impulso creativo; “El secreto placer de leer” en la que profundiza en la pasión por los buenos relatos; “En contra del lobo”, con un bonito recorrido por el mundo de los cuentos; “Recuperar lo perdido”, desde el poder de la fábula; y “El corazón hipotecado”, como cierre al homenaje a los escritores que, en realidad, toda la obra es.

Garzo atribuye el origen de su escritura a las historias que forman parte de nuestra tradición. A ellas añade la profunda huella que en él han dejado sus escritores preferidos, aquéllos que lo han formado como lector y que han alimentado su universo creativo. De ahí, que a lo largo de los artículos que conforman este libro, las citas a todos ellos y a sus personajes y obras, sean continuas y numerosas. Se repiten Coetzee, Kafka, Walser, Rulfo, Delibes… y como no, y en un lugar privilegiado, las autoras en cuyas obras está resumida toda la literatura: Emily Brontë, Emily Dickinson, Katherine Mansfield, Carson McCullers, Flannery O´Connor, e Isak Dinesen…, así como Carmen Martín Gaite y Ana María Matute. Para Garzo, “todo lo decisivo, las preguntas esenciales acerca del hombre y del mundo, del amor y de la muerte, el destino y la fatalidad, están en sus libros”. Me resultan enternecedoras sus palabras: “he leído tantas veces sus libros que he llegado a pensar en cada una de ellas como si hubieran sido mujeres que hubieran vivido a mi lado y hubiera podido conocer. Por amante, habría elegido a …, por amiga a …

A todas ellas habría querido espiarlas en algún momento de sus vidas…”. Y ahí lo veo, donde él mismo se sitúa en muchas ocasiones, en aquel niño que quería saber más.

Contar tiene para Martín Garzo un poder de invocación fascinante y misterioso: “creo que la pasión de contar es inherente a la naturaleza humana. Contar es volver a vivir, pero poniéndose a salvo del desorden propio de la vida…”. “Creo que se escribe con la vaga ilusión de que el alma hable a través de nosotros… Y el alma busca siempre acortar distancias. Abrirnos, en suma, al misterio del otro, al que debemos encandilar con nuestra historia… Porque contar una historia es, por encima de cualquier cosa, contemplar el rostro del que la escucha. No conozco otro cobijo frente a la crueldad del mundo que esa contemplación.”

En cuanto al leer, Garzo vuelve a retomar las palabras de Carmen Martín Gaite para corroborar que no se lee para entender sino para llegar al milagro, y para ello “tienes que haber pasado mucho tiempo no entendiendo nada”. Y profundizando en esta idea, me quedo tranquila. Después de una lectura gozosa de cada uno de los artículos de este libro, sé que no he entendido algunas cosas, pero tengo la sensación de que he llegado al milagro. Seguiré releyendo, sin duda.

Si encontráis ocasión de escuchar al autor, no la perdáis. Si la lectura de su obra es enriquecedora, escucharle hablar, contar, saltar de tejado en tejado, os puedo asegurar que es absolutamente fascinante. Allá por el año 2010, en el contexto de unas Jornadas de experiencias de animación a la lectura que organizamos, tuvimos el honor de contar con él para la Conferencia inaugural de las mismas. Escucharlo fue una experiencia deliciosa que nos empujó a buscar sus libros y a bucear en sus páginas, escuchando el eco de sus palabras.

Mª Cruz Aquerreta Cangas (FIRA Educación)