decameron

Giovanni Boccaccio, María Hernández Esteban, traducción, Decamerón, Cátedra, Letras Universales.

Hace no muchos días comentaba con un profesor de ESO, después de una sesión de cuentos para adultos, de lo adecuado, o no, de imponer ciertas lecturas obligatorias a los alumnos. Yo recordaba cómo, en mis tiempos de instituto, me tocó leer El Quijote que, a priori, me daba la impresión de ser un peñazo monumental (por eso de ser un texto "antiguo" y porque lo tenía que leer "sí o sí"), y cuál fue mi sorpresa que, cuando empecé a leerlo, me enganchó tanto, que lo terminé, casi, en un abrir y cerrar de ojos. Si tuviera que decir algo sobre esa primera lectura de El Quijote, diría que fue "divertido". 

Decamerón, por misterios del azar, no ha estado nunca entre mis lecturas obligatorias y, a estas alturas de la película, tengo que reconocer, que me lo acabo de leer: un tocho de 1150 páginas que incluye cien cuentos, concretamente. Después de esta lectura, y para mi regocijo (algo se me ha pegado), puedo decir que, al igual que me pasó con El Quijote, me ha sorprendido gratamante por diversos motivos: 

  • Para empezar, me he alegrado mucho de haber elegido la edición de Cátedra comentada porque, ya desde el principio, una se va situando en la época socio-económico-religioso-costumbrista del autor, en la tradición literaria del siglo XIV y en muchas cosas más.
  • Decamerón bebe de la tradición cuentística popular, de la misma realidad y de la crónica social de la época, como fuentes de inspiración. Es, además, muy fácil de leer por el estilo directo en que está escrito, muy oral, ideal para los contadores de historias.
  • Me ha sorprendido ver que, sin saberlo, ya conocía varios de los cuentos que incluye, ya que han sido representados bien en teatro, bien en televisión,y que han servido de inspiración, a su vez,  a otras muchas historias escritas con posterioridad.
  • Me ha impresionado mucho la realidad social en la que vivía la mujer en aquella época, sin voz ni voto, encerrada en su casa, totalmente dependiente de las decisiones del hombre, y a la que se describe, en boca de algún personaje, como "animal sin intelecto" -¡toma ya!- entre otras lindezas, y por la que Boccaccio rompe una lanza en favor de su placer sexual y de su inteligencia.

Decamerón es un canto a la vida, a la alegría, a la diversión, al placer y a la inteligencia, frente a la cultura religiosa de la penitencia imperante en aquella época. Boccaccio defiende "la poética de lo cómico, la concepción lúdica de la literatura que es, además, su mayor aportación y su mayor novedad literaria."  

Y volviendo al debate que planteaba al principio de esta entrada, no sé cual es la receta para llegar a amar  la lectura, y cómo podemos hacer para que los alumnos conozcan estas joyitas de la literatura. Sí que es verdad que, sino me hubieran exigido la lectura de El Quijote, tal vez, a día de hoy, aún no lo habría leído. No sé cómo se insufla el interés y la pasión por estos tesoros. Seguramente recomendando, con pasión, nuestras propias lecturas, compartiéndolas, será más fácil contagiar ese querer saber, querer conocer, querer tener. No lo sé. 
Sólo puedo decir que este es un clásico de los imperdibles, de los que te recomiendo tener en tu biblioteca. 
Y si todavía no has leído el Decamerón, no lo pienses más y tómate el rato. Que lo vas a disfrutar.

Inés Bengoa

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