«Tener tablas», «tener escena», son expresiones que pertenecen al oficio teatral pero que extendieron su campo de aplicación a situaciones que tienen que ver con otras facetas de la vida. Hace referencia al conocimiento práctico de una profesión, más que al teórico. «Tener tablas» se aplica a situaciones de dificultad de las que uno sale airoso, y en particular a tener habilidad en el trato con la gente y en los procesos negociadores. En narración oral, las tablas son más importantes si cabe que en otras disciplinas escénicas, pues en la comunicación con el público la posibilidad de que surjan imprevistos es continua. También da tablas el hecho de contar en espacios muy diversos, propio de la narración oral. Tener tablas, como casi todo en esta vida, tiene también su lado negativo, si se convierte en «aplicar trucos». Entonces, el/la narrador/a aplica sus conocimientos de manera mecánica, olvidando la esencia de su arte: la comunicación directa con el público.
De manera que es verdad que «cuanto más cuentas, mejor cuentas» si eres consciente del oficio, es decir, si el desenvolvimiento práctico de la profesión va acompañado de una autoevaluación periódica, junto con una formación más o menos continua, algo que tiene una manifestación también en el terreno emocional: no perder nunca la ilusión. Por tanto, puede ocurrir también lo contrario: que cuanto más cuente uno, cuente peor... De puro aburrimiento.
El tiempo y la experiencia dan muchas cosas. Una importante es el sentido interno del ritmo de cada contada. También confianza. El tiempo y la experiencia deberían ir despojando de trucos al narrador y vistiéndolo de tablas. De tablas buenas y buenas tablas, se entiende.