El sexismo en los cuentos tradicionales

Sin la pretensión de ser exhaustiva, en un tema tan amplio y tan complejo, es para mí un placer, ofrecer en este boletín, las reflexiones al respecto de algunas mujeres a las que admiro y respeto profundamente. 

Josune Muñoz de Skolastika en “Aviso para navegantas”, nos propone un cambio de mirada, aprender a leer entre líneas, más allá del sexismo aparente. Una historia tiene muchos niveles de análisis y, si es poderosa, como suelen serlo las historias de la tradición oral, encierra varias historias dentro. 

Carme Oriol nos invita a acercarnos al estudio de los cuentos tradicionales desde una perspectiva de género en la reseña sobre la magnífica ponencia que ofreció en las jornadas “Tomo la palabra” celebradas en la UNED de Madrid en octubre del 2014: “Cuentos populares con protagonistas activas: la cara más desconocida de la tradición".

La directora de esas inspiradoras jornadas, Marina Sanfilippo, nos recuerda en “Nota breve sobre cuentos y mujeres”, que los cuentos pueden contar cualquier cosa, que depende de quién los cuenta y para qué los cuenta. De hecho, yo también estoy convencida de que el sexismo y otros “ismos” están en nuestro aliento, en nuestra mirada, que es lo que permite descodificar las palabras que decimos de una forma o de otra. 

Magdalena Labarga en “Como una aventura” habla de la necesidad que seguimos teniendo las mujeres, de que nos ofrezcan viajes interesantes en el imaginario colectivo. Esta demanda me ha hecho recordar que recientemente, la escritora Laura Freixas compartió conmigo lo que ella denominó el test Bretécher para acercarse a una historia. Se trata de una genialidad de Alison Bechdel, la historietista francesa, famosa por sus tiras cómicas satíricas, que hace decir a uno de sus personajes femeninos: yo ya no voy al cine a ver cualquier película. Para que me interese tiene que haber cuando menos dos mujeres en la historia, tienen que tener nombre, o sea, no ser anónimas, hablar entre ellas y que el tema del que hablen no sean los hombres… No hay tantas películas que pasen el test. 

Por último, en mi artículo "Lo que cuentan los cuentos", yo me río de mí misma en mi andadura como narradora, porque es siempre un peligro cuando la ideología va por delante y nos volvemos tan políticamente correctas que matamos el arte. Todos los fundamentalismos nos rigidizan y  simplifican, y en consecuencia empobrecen, la variedad de matices que el imaginario colectivo propone desde siempre a través de la narración oral como abordaje a los misterios de la vida. Una vida que está hecha de versiones diferentes, que no es nunca o no debería ser, una única versión oficial.

Espero que estos artículos os inspiren tanto como a mí.

 

El boletín n.º 33 de AEDA ha sido coordinado por Virginia Imaz Quijera