Los cuentos llegan allí donde la razón no alcanza; llegan sigilosos, seductores, con humor y desparpajo en ocasiones, sorprendiendo generalmente. 

Se acercan con un guiño cómplice, como dejándose caer con un movimiento “conZÉNtrico” y amistoso. La mayoría de las personas, ante esta actitud les dan la bienvenida, les dan paso en sus vidas y, para cuando se quieren dar cuenta la pócima medicinal que la mayoría contienen alcanza a sus inconscientes.

Este es uno de los triunfos de los cuentos, adentrarse en el inconsciente,  ayudando a hacer fácil lo que parecía complejo, sembrando en la tierra fértil que cada ser humano tiene, semillas para el cambio.

Los cuentos además son flexibles, se aventuran a ser escenificados en el cuerpo,  voz y  mirada de quien los cuenta y también  de quien los recibe. En ocasiones, debido a su condición flexible, los cuentos no tienen la misma velocidad, dirección y sentido que tenían en el  punto de partida en comparación con el que tienen en el punto de llegada; es un misterio saber qué interpretación le dará cada persona que los cuenta y cada persona que los escucha.                      

En el camino de un proceso terapéutico, es cada vez más habitual que se hagan presentes como vehículos todoterreno que favorecen el tránsito por lugares pedregosos, enredados o simplemente poco visitados; es habitual que se empleen con el ánimo de despertar al adulto y ofrecérselo al niño o niña que habita en esa persona como juego de apertura.

Pueden llegar a actuar como ondas expansivas que se desplazan hacia la felicidad, la confianza en una misma, la toma de decisiones, la integración de partes en conflicto y hacia otros menesteres, todos nutridos de emoción; y ese es uno de los grandes valores de los cuentos, su estrecha relación con el corazón dicho como metáfora. Esa relación  la han ido construyendo desde bien temprana edad, cuando ambos, cuento y corazón, eran tiernos y pequeños; esa relación permite generar puentes directos de vuelo hacia las emociones para que estas muevan motores nuevos y/o despistados.

Colorín, colorado…

En resumen, dos puntos fundamentales son, desde mi parecer, los que condensan el valor terapéutico de los cuentos: uno la posibilidad que tienen para adentrarse en el inconsciente y facilitar el envío de mensajes sin que las patrullas del consciente los detecten; y dos, la comunicación directa con las emociones para favorecer cambios ágiles más allá de la razón.

…este cuento se ha acabado.

 

 

Osane Matías

Osane Matías es Licenciada en Psicología, Máster y Trainer en Programación Neurolingüística (P.N.L), Máster en Terapia Familiar Sistémica, Máster  en Hipnosis Eriksoniana, Coach Internacional Avanzado por Quantun Leap, Formación Gestáltica en Duelo “proceso M.A.R”, Profesora de “Habilidades Terapéuticas” en el Máster Cognitivo-Conductual. Actualmente Profesora didacta y Vocal de Formación de la AEPNL (Asociación Española de Programación Neurolingüística).